No deseches la palabra de Dios

Hermano Oscar González

1ª de Samuel 15:1-23

15:1 Después Samuel dijo a Saúl: Jehová me envió a que te ungiese por rey sobre su pueblo Israel; ahora, pues, está atento a las palabras de Jehová.

15:2 Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto.

15:3 Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos.

15:4 Saúl, pues, convocó al pueblo y les pasó revista en Telaim, doscientos mil de a pie, y diez mil hombres de Judá.

15:5 Y viniendo Saúl a la ciudad de Amalec, puso emboscada en el valle.

15:6 Y dijo Saúl a los ceneos: Idos, apartaos y salid de entre los de Amalec, para que no os destruya juntamente con ellos; porque vosotros mostrasteis misericordia a todos los hijos de Israel, cuando subían de Egipto. Y se apartaron los ceneos de entre los hijos de Amalec.

15:7 Y Saúl derrotó a los amalecitas desde Havila hasta llegar a Shur, que está al oriente de Egipto.

15:8 Y tomó vivo a Agag rey de Amalec, pero a todo el pueblo mató a filo de espada.

15:9 Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir; mas todo lo que era vil y despreciable destruyeron.

15:10 Y vino palabra de Jehová a Samuel, diciendo:

15:11 Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras. Y se apesadumbró Samuel, y clamó a Jehová toda aquella noche.

15:12 Madrugó luego Samuel para ir a encontrar a Saúl por la mañana; y fue dado aviso a Samuel, diciendo: Saúl ha venido a Carmel, y he aquí se levantó un monumento, y dio la vuelta, y pasó adelante y descendió a Gilgal.

15:13 Vino, pues, Samuel a Saúl, y Saúl le dijo: Bendito seas tú de Jehová; yo he cumplido la palabra de Jehová.

15:14 Samuel entonces dijo: ¿Pues qué balido de ovejas y bramido de vacas es este que yo oigo con mis oídos?

15:15 Y Saúl respondió: De Amalec los han traído; porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas, para sacrificarlas a Jehová tu Dios, pero lo demás lo destruimos.

15:16 Entonces dijo Samuel a Saúl: Déjame declararte lo que Jehová me ha dicho esta noche. Y él le respondió: Di.

15:17 Y dijo Samuel: Aunque eras pequeño en tus propios ojos, ¿no has sido hecho jefe de las tribus de Israel, y Jehová te ha ungido por rey sobre Israel?

15:18 Y Jehová te envió en misión y dijo: Ve, destruye a los pecadores de Amalec, y hazles guerra hasta que los acabes.

15:19 ¿Por qué, pues, no has oído la voz de Jehová, sino que vuelto al botín has hecho lo malo ante los ojos de Jehová?

15:20 Y Saúl respondió a Samuel: Antes bien he obedecido la voz de Jehová, y fui a la misión que Jehová me envió, y he traído a Agag rey de Amalec, y he destruido a los amalecitas.

15:21 Mas el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, las primicias del anatema, para ofrecer sacrificios a Jehová tu Dios en Gilgal.

15:22 Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.

15:23 Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey.

Y es algo cada vez más común ver el día de hoy, es algo bien común ver en estos días el menosprecio por la palabra de Dios; a este mundo podemos ir y predicar de casa en casa, de puerta en puerta, estar en un lugar público y estar predicando el evangelio y cada vez es más común ver a gente que puede tomar ese folleto que le damos y romperlo ahí en frente de nosotros, puede tirarlo al piso y comenzarlo a pisotear; puede hacer eso la gente con toda facilidad, ya es algo muy común que podemos encontrar. Hace algunos años en la secundaria, recuerdo que llegaron “el grupo de los gedeones” (este grupo se encarga de estar llevando la palabra de Dios a escuelas, hospitales, centros militares) y esa ocasión llegaron a la secundaria y empezaron a dar “Nuevos Testamentos” a cada estudiante y era algo bien triste ver lo que pasaba dentro del aula, los jóvenes tirando a la basura estos Nuevos Testamentos, aventándolos; un menosprecio total por la palabra de Dios; pero la verdad es que de ellos lo podemos creer, ellos no han recibido a Cristo en su corazón, ellos nunca han entendido el amor de Dios, ellos estaban haciendo eso por ignorancia; pero algo triste se que también los cristianos lo estamos haciendo cada día, menospreciamos la palabra de Dios en tantas maneras.

Dice ahí en la palabra de Dios en 1a de Samuel 15:23 Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey.

I.- Saúl desecho la palabra de Dios.

El pecado de Saúl no había sido el haber perdonado a lo mejor, simplemente  el pecado no había sido necesariamente su actitud, de estar negando, estar mintiendo, él habiendo siendo el que perdonó y echándole la culpa al pueblo; pero el pecado que Saúl había cometido en ese momento era que no le dio importancia a la palabra de Dios y es lo que Samuel le está diciendo “1a de Samuel 15:23 b Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey.”  Dios no se complace tanto en nuestras buenas obras como en que podamos nosotros hacer caso a su palabra, es lo que está diciendo unos versículos atrás; pero quizá a veces no nos hemos dado cuenta de que, lo que estamos haciendo, mi pecado, no es tanto mi acción, no es tanto mi actitud, sino que estoy menospreciando es lo que Dios ya ha dicho en su palabra lo que ya hemos entendido ya hace algunos años incluso, y aún así, deseamos seguir de esta manera; pensamos que nuestras buenas obras son una complacencia para el Señor; cuando el mejor beneficiado por estar viviendo una vida santa eres tú y soy yo. Dios no se hace más santo si los cristianos son perfectos, Dios no se hace menos santo si nosotros vivimos en pecado, los únicos que vamos a recibir la maldición  somos nosotros si estamos viviendo mal y nosotros vamos a ser bendecidos si hacemos caso a la palabra de Dios; pero a Dios no le afecta, Dios está siendo Dios totalmente Dios todopoderoso y soberano, a pesar de como vivamos.

Nuestras obras, si nosotros las presentaremos delante de Dios como una excusa dice la palabra de Dios que son como un trapo de inmundicia, de tal manera que nosotros no podemos engañar a Dios y tampoco lo podemos sorprender, no podemos decirle “mira Dios yo estoy viviendo una vida que es única, no hay ningún otro cristiano como yo, aquí en la iglesia todos son pecadores, menos yo, porque ellos están haciendo [esto] a ellos les gusta el chisme, ellos son mentirosos, ellos son esto y aquello, pero yo no” Dios no se va a impresionar del cristiano que está haciendo eso porque el que va realmente a ganar somos nosotros mismo, pero de lo que Dios si se va a complacer es de la obediencia, y ya que hablamos de la obediencia, Dios ya nos ha dejado toda su palabra aquí en la Biblia, no hay más que debamos de buscar, Dios ya nos ha dejado todos los fundamentos para un buen hogar, para una vida cristiana, para estar cumpliendo toda su voluntad, ahí está su palabra; el problema es que muchas veces, ya no atesoramos la palabra de Dios en nuestra vida, ya la palabra de Dios la hemos hecho a un lado en nuestra vida, en nuestro hogar, y ésta es la razón por la cual me gustaría tocar este tema.

No deseches la palabra de Dios, porque es algo valioso, importante, hay vida en la palabra de Dios, hay respuestas en la palabra de Dios para todas las cosas que nosotros pudiéramos pensar.

Veamos el libro de Isaías 30:7-13 “30:7 Ciertamente Egipto en vano e inútilmente dará ayuda; por tanto yo le di voces, que su fortaleza sería estarse quietos.

30:8 Ve, pues, ahora, y escribe esta visión en una tabla delante de ellos, y regístrala en un libro, para que quede hasta el día postrero, eternamente y para siempre.

30:9 Porque este pueblo es rebelde, hijos mentirosos, hijos que no quisieron oír la ley de Jehová;

30:10 que dicen a los videntes: No veáis; y a los profetas: No nos profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas, profetizad mentiras;

30:11 dejad el camino, apartaos de la senda, quitad de nuestra presencia al Santo de Israel.

30:12 Por tanto, el Santo de Israel dice así: Porque desechasteis esta palabra, y confiasteis en violencia y en iniquidad, y en ello os habéis apoyado;

30:13 por tanto, os será este pecado como grieta que amenaza ruina, extendiéndose en una pared elevada, cuya caída viene súbita y repentinamente. “

II.- Nosotros desechamos la palabra de Dios en nuestra propia vida.

Dice aquí (Isaías 30:7-15) que el pueblo de Dios había desechado la palabra de Dios y había decidido confiar en algo más; había decidido confiar en el apoyo que el hombre le podía dar. Egipto era una ciudad que ellos pensaban que era lo suficientemente fuerte incluso más que su propio Dios. La verdad es que nosotros el día de hoy estamos desechando la palabra de Dios en nuestro hogar, y tal vez nosotros no vamos hacer lo que el mundo hace, agarrar la Biblia y romperla en pedazos, tal vez nosotros no vamos aventar la Biblia; y de esa manera decir “¡No, no, yo no desecho la palabra de Dios!”. Hay algunos que tienen eso; toman la Biblia, y saben que arriba de la Biblia físicamente no puedo poner nada, no le puedo poner el teléfono, no le puedo poner otro libro, y que bueno, que bendición; pero a veces, quizá nada más es eso lo que estamos haciendo para decir yo estoy honrando la palabra de Dios; pero muchas veces estamos desechando la palabra de Dios en el hogar cuando no es el primer lugar; cuando la Biblia si está ahí presente, cuando decimos: “¡Sí, somos cristianos! Sí hay que ir a la iglesia” pero la Biblia no es la autoridad en nuestra casa y la autoridad a veces son los propios hijos, a veces papá y mamá toman decisiones como se les da su gana, como pienso que me va a beneficiar más, como pienso que voy a tener más ganancias, y la verdad es que hacemos a un lado la palabra de Dios no de una manera física, pero de una manera espiritual, la estamos dejando en segundo lugar, y mucho peor, hasta el final.

Cuando damos poca o nada de importancia a las cosas de Dios, estamos desechando la palabra de Dios en casa.

Veamos Jeremías 6:10 ¿A quién hablaré y amonestaré, para que oigan? He aquí que sus oídos son incircuncisos, y no pueden escuchar; he aquí que la palabra de Jehová les es cosa vergonzosa, no la aman.

A veces, quizá nos conformamos con el hecho de decir que somos cristianos y ya es todo lo que damos por hecho que estamos haciendo la voluntad de Dios, pero no hemos amado la palabra de Dios, el venir a la iglesia es una opción, no es un deber como cristiano, no lo vemos como una necesidad espiritual, si yo quiero vengo el día de hoy, si yo quiero mejor la próxima semana mejor me quedo en casa; hemos simplemente avergonzado la palabra de Dios por nuestros actos; porque sabemos lo que es bueno y aún así decidimos hacerlo a un lado.

Hacemos a un lado la palabra de Dios cuando a los hijos les hemos dicho “allá tú, si no quieres venir a la iglesia, ya estás grande, ya puedes decidir, mira tu puedes escoger, sino quieres mira, pues a la fuerza no te voy a traer” y parece que suena bien, parece que estamos haciendo lo correcto dándole a lo mejor, responsabilidad al hijo; pero simplemente estamos diciendo: “sabes que, no es tan importante la iglesia, no es tan importante Dios, no es tan importante la palabra de Dios que se va a predicar” y la verdad es que eso es lo que estamos haciendo.

Saúl simplemente pudo haber dicho “no mira Samuel, pero nosotros perdonamos, es que esto está bien, esto no afecta, no pasa nada” por eso el pueblo decidió rescatarlo; y nosotros pudiéramos decir de esa misma manera “está bien, es que mira no podemos traer a la fuerza a la iglesia a nadie, porque van a venir de mala gana, no tiene caso” y puede que suenen argumentos lógicos, y puede que sean argumentos que van a quizá apelar el oído de alguien más y decir “sabes que hiciste lo correcto”. A veces en la casa vamos a decir “bueno, es que no tenemos altar familiar, porque nos falta tiempo, mejor decidimos pasar ese tiempo conviviendo, saliendo algún lado” y suena bien que pasemos tiempo en familia, que nos escuchamos; pero simplemente no hay un lugar para la palabra de Dios en la casa.

Estamos diciendo “a mi no me importa la palabra de Dios” cuando no leemos en la casa; cuando no estoy influyendo a mis hijos para que ellos tengan temor de Dios.

A veces pudiéramos pensar que la responsabilidad de que el joven o el niño pueda estar agarrando conocimiento de la palabra de Dios y un amor a las cosas de Dios es aquí en la iglesia, y eso es una mentira; aquí en la iglesia a lo mucho yo creo que pueden agarrar un 20% de todo lo bueno, pero todo lo demás está ahí en casa, si papá, mamá, no están viviendo una vida consagrada al Señor los hijos no le van a dar importancia a la palabra de Dios. Si el esposo no está amando a la esposa como Cristo amó a la iglesia, está diciendo “está bien ese pasaje, si creo que ha de estar bien, pero a mi no me importa, y yo voy a tratarla como a mi me gusta, como a mi me conviene”. Así mismo la esposa diciendo “sí, en la palabra de Dios está escrito que una mujer debe de someterse, eso dice la Biblia, pero es que no conocen a mi esposo”. Y simplemente estamos diciendo no importa la palabra de Dios, no me importa lo que está ahí escrito, no me importa lo que me están predicando, no es tan valioso. Y estamos desechando la palabra de Dios por la manera en la que yo estoy viviendo en casa, damos tiempo a la televisión, a divertirnos, a salir con los amigos, a diferentes pasatiempos, pero nunca hay un tiempo para tener altar familiar en casa, nunca hay tiempo para hablar de cosas espirituales en casa; llegamos a la casa, después de la iglesia y parece como que nunca estuvimos aquí, llegamos a la casa y nos ponemos a lo mejor a estar pensando (y no tiene nada de malo) ¿qué vamos a comer? ¿qué vamos hacer ahí en la casa?. Pero llegamos a la casa y ni siquiera mencionamos nada de la iglesia, no decimos en que nos habló Dios, no decimos “¿sabes qué? hay que hacer cambios aquí en casa”. Muchas veces papá (en cobardía) simplemente decide no mencionar cosas de Dios, porque sabe que hay una responsabilidad, y que tiene que hacer uno ciertos cambios y decide mejor no decir nada, mejor seguimos así, seguimos yendo a la iglesia; nunca hay cambios, nunca decimos “ a partir de hoy vamos a dejar de tener televisión por cable” “vamos a dejar de ver la televisión” “vamos a vender la televisión y ese tiempo vamos a tener altar familiar”. Y la verdad es que hacemos a un lado la palabra de Dios porque no estamos haciendo cambios en nuestra vida, damos tiempo a todo menos a que el hogar, pueda ser un hogar cristiano, un hogar que deveras esta haciendo la diferencia; y estamos en tiempos en los que el cristianismo está siendo cada vez más sencillo, más ligero, más suave, como que no hay ninguna responsabilidad en la que yo tengo que involucrarme con el Señor y no con la iglesia, pero con Dios; y ya no nos duele, ya no nos sentimos mal, ya es algo normal, ya se ha dicho que la iglesia se ha vuelto un club social, venimos a la iglesia tenemos a los amigos; nos vestimos de cierta manera, llegamos a la casa y nos vestimos de otra manera; hablamos de una manera aquí, llegamos a la casa y hablamos de otra manera; entonces ¿qué está pasando? Estamos desechando la palabra de Dios en el hogar, pero no solamente eso, estamos desechando la palabra de Dios en mi vida personal.

Dice la Biblia en Filipenses 2:12 “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, Cuando somos salvos, ya hemos creído en Cristo, ya aceptamos a Jesús como nuestro salvador, pero desechamos la palabra de Dios cuando yo no me ocupo en mi salvación.

El apóstol Pablo estaba encarcelado escribiendo a la iglesia de los Filipenses diciendo “saben que, la obra no ha terminado, Dios busca cosas que ustedes estén viviendo; Dios tiene planes para ustedes” Así que de esa manera hay que ocuparnos en nuestra salvación. Hay que ocuparnos en lo que ahora hemos sido llamados, a ser cristianos, seguidores de Cristo, dice “ con temor y temblor” y la verdad es que cada vez más vamos perdiendo un poquito más el temor de Dios, como se mencionó hace un momento, ya no nos sentimos mal cuando no venimos a un culto de la iglesia, ya hasta decimos “estuvo muy cómodo este domingo que no fui a la iglesia, a lo mejor y dentro de dos domingos vuelvo a faltar” y ya no hay un temor en mi vida, ya no hay ese amor y ese deseo de estar haciendo la voluntad de Dios.

Cuando el ser cristiano significa una denominación más y no una comunión con el Señor, es que hemos desechado la palabra de Dios. A veces como jóvenes estamos ahí en la escuela pública, estamos con la gente ahí en la universidad tal vez, y nos pueden llegar a preguntar -¿Tú tienes alguna religión? y podríamos decir: Si, soy cristiano

– ¿y por qué eres cristiano? y quizá en ese momento comenzamos hacer una pausa y decir: bueno es que yo voy a la iglesia, pero, no tampoco soy tan aficionado… y ya como que nos da un poquito más de pena estar hablando de nuestra fe, que debería ser algo personal y nos justificamos: es que cuando era niño me llevaban y ya por eso ahora soy cristiano, pero mira, no soy tan así; para que no nos juzguen. Pero estamos simplemente desechando la palabra de Dios cuando ser cristiano ya no es tan valioso, ya no es algo tan importante, ya no es un peso en mi vida espiritual y decir “yo tengo una responsabilidad con Cristo, yo decidí seguir a Cristo y yo no debo de volver atrás, yo debo seguir adelante, yo tengo que estar viviendo una vida, orando al Señor, leyendo su palabra, estando en la iglesia local, yo debo tener ese compromiso bien fijo” y ya lo estamos haciendo a un lado; estamos desechando la palabra de Dios en nuestra propia vida, somos iguales que cualquier otro mundano inconverso la única diferencia es que nosotros venimos a la iglesia el domingo, y nada más; porque somos exactamente iguales como cualquier otra persona que no ha conocido nada de Dios; y de verdad que nos debería dar un poquito de miedo de pensar que le estamos fallando a Dios ¿qué está pasando con mi vida? ¡Debo hacer un cambio!. Debería haber algo en nuestro corazón que nos está palpitando y nos este diciendo “mira tienes que hacer un cambio en tu vida, date cuenta que estas fallando, date cuenta que no estás viviendo una vida totalmente entregada al Señor”. Yo creo que debería existir esto en nuestro corazón. Debería de darnos siempre temor las cosas del Señor y no solo decir “bueno sí soy cristiano, sí la iglesia, sí la Biblia” y nada más; yo creo que debería haber algo que nos hace entender que es algo más especial, es algo divino, es algo sublime, y la verdad es que hace falta temor de Dios en la vida del cristiano hoy en día.

¿Qué es el temor de Dios? No es tenerle miedo al Señor; pero temor de Dios es: “Amor reverente a Dios” de tal manera que a mi me deberia de dar miedo pecar contra Dios; decir: “¿Cómo yo voy a estar haciendo esto? No me está viendo el pastor, no me están viendo los hermanos pero me está viendo Dios. ¡Yo no puedo hacer eso, le voy a fallar!” Y cuando yo empiezo a fallar debería tener miedo y decirle “Señor, te estoy fallando ¿qué está pasando con mi vida? ¡Señor ayúdame!” Y debería de haber un arrepentimiento en mi corazón; pero a veces, repito, ya no sentimos nada, ya nos hemos hecho un poquito más tibios, ya nos hemos hecho un poquito más indiferentes, y eso es una falta de temor a Dios; el pueblo de Dios había fallado en ese temor y por esa razón es que estaban siendo desechados también ellos. Saúl había tenido en poco la palabra de Dios y las palabras que Samuel fue “1a de Samuel 15:23 b Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey.”  Y muchas veces vamos a llegar a ese punto en el que ya hemos hecho a un lado tanto la palabra de Dios, que Dios va a tener que decir “Sabes que, yo te amo, yo te quiero dar más oportunidades, pero sabes que ya no puedo seguir así, te tengo que castigar, te tengo que desechar, te tengo que hacer sufrir un poquito para que aprecies todo aquello que te he dado” y Dios no quiere llegar a ese punto pero muchas veces va a tener que ser necesario para que haya arrepentimiento en mi vida,  dice la Biblia en 2ª de Samuel 12:1-13 y 16

“12:1 Jehová envió a Natán a David;y viniendo a él, le dijo: Había dos hombres en una ciudad, el uno rico, y el otro pobre.

12:2 El rico tenía numerosas ovejas y vacas;

12:3 pero el pobre no tenía más que una sola corderita, que él había comprado y criado, y que había crecido con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado y bebiendo de su vaso, y durmiendo en su seno; y la tenía como a una hija.

12:4 Y vino uno de camino al hombre rico; y éste no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas, para guisar para el caminante que había venido a él, sino que tomó la oveja de aquel hombre pobre, y la preparó para aquel que había venido a él.

12:5 Entonces se encendió el furor de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo a Natán: Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de muerte.

12:6 Y debe pagar la cordera con cuatro tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo misericordia.

12:7 Entonces dijo Natán a David: Tú eres aquel hombre. Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Yo te ungí por rey sobre Israel, y te libré de la mano de Saúl,

12:8 y te di la casa de tu señor, y las mujeres de tu señor en tu seno; además te di la casa de Israel y de Judá; y si esto fuera poco, te habría añadido mucho más.

12:9 ¿Por qué, pues, tuviste en poco la palabra de Jehová, haciendo lo malo delante de sus ojos? A Urías heteo heriste a espada, y tomaste por mujer a su mujer, y a él lo mataste con la espada de los hijos de Amón.

12:10 Por lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me menospreciaste, y tomaste la mujer de Urías heteo para que fuese tu mujer.

12:11 Así ha dicho Jehová: He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu misma casa, y tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y las daré a tu prójimo, el cual yacerá con tus mujeres a la vista del sol.

12:12 Porque tú lo hiciste en secreto; mas yo haré esto delante de todo Israel y a pleno sol.

12:13 Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová. Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás.

12:16 Entonces David rogó a Dios por el niño; y ayunó David, y entró, y pasó la noche acostado en tierra. “

III.- cuando desechamos la palabra de Dios.

Dios busca arrepentimiento; Entonces algo muy interesante del rey Saúl y el rey David, es que cada uno de ellos cometió un acto de desobediencia; aparentemente lo que había hecho Saúl, no era tan malo, y no era tan malo perdonar la vida de alguien; a lo que había hecho David, que había matado a alguien. Ambos habían pecado de una manera diferente, el pecado de David se podría decir que era peor, que era visto de una peor manera y el pecado de Saúl no era tan malo, pero el mismo pecado cometieron los dos ¿cuál era?, desecharon la palabra de Dios. No era el acto, no era la actitud, no era la persona, era que desecharon ambos la palabra de Dios le dice Natán “12:9a ¿Por qué, pues, tuviste en poco la palabra de Jehová, haciendo lo malo delante de sus ojos?” La diferencia es como ellos reaccionaron, Saúl dijo a Samuel “¿Sabés que? Fue el pueblo el que tomó todo lo mejor” y después más adelante dice “Es que el pueblo tomó lo mejor” y seguía diciendo del pueblo, Saúl no reconoció su pecado, él seguía queriendo tener esa autoridad, el quería seguir teniendo el prestigio de los demás, el no quiso arrepentirse, él siguió adelante con su pecado. David es amonestado y David reconoce que ha pecado delante de Dios y nos encontramos en el Salmo 51 la plegaria de David tras su pecado diciendo

“Salmos 51:1 Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.

51:2 Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado.

51:3 Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí.

51:4 Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio.

51:5 He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre.

51:6 He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.

51:7 Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré más blanco que la nieve.

51:8 Hazme oír gozo y alegría, Y se recrearán los huesos que has abatido.

51:9 Esconde tu rostro de mis pecados, Y borra todas mis maldades.

51:10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí.”

Y estaba David arrepentido por causa de su pecado diciendo “yo no me lo puedo quitar de mi cabeza está en mi corazón, está delante de mí, este pecado me ha hecho sentir vil, me ha hecho sentir menospreciado delante de ti Señor, pero perdóname, límpiame, estoy lleno de maldad, pero ten misericordia” y él está clamando a Dios, él está buscando que Dios pueda perdonarlo y no es otra cosa más, que Dios dándole la oportunidad a que se arrepienta David.

En la vida del hombre conforme al corazón de Dios hubo menosprecio de la palabra de Dios, él fue confrontado por el siervo de Dios pero hubo arrepentimiento y ruego.

Nadie de nosotros está exento de menospreciar la palabra de Dios, probablemente día a día lo estamos haciendo, en nuestra manera de tomar la palabra de Dios y hacerla a un lado en mi familia, en mi vida personal; tal vez yo no lo estoy diciendo con mis palabras, pero yo estoy demostrando ese menosprecio; pero Dios quiere que haya arrepentimiento en mi corazón, que haya ruego delante del Señor. Puesto que nosotros somos pecadores, Cristo vino a este mundo a llamar a pecadores, Dios no vino a llamar a justos; veamos “Lucas 5:31 Respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.

5:32 No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.”

Si Dios quisiera gente perfecta Dios hubiera utilizado a los ángeles allá en el cielo, pero Dios quiso tomar a gente pecadora, y que nosotros pudiéramos conocer ese amor, ese perdón de Dios.

Así que estamos aquí en la iglesia y yo creo que todos necesitamos de ese perdón, todos necesitamos de que Dios pueda tener misericordia de nosotros porque aquí no hay nadie perfecto y ni habrá alguien perfecto, solamente Dios es perfecto. Pero necesitamos de ese perdón, necesitamos de esa misericordia, porque le vamos a fallar a Cristo; pero Dios está dispuesto a perdonarnos. Recordando a esa mujer que habían encontrado en el acto de adulterio en el libro de Juan capitulo 8, había sido encontrada por hombres perversos, si ellos estaban en ese lugar que habían encontrado a la mujer adulterando, quiere decir que ellos también estaban involucrados; pero ellos querían buscar una ocasión para que Cristo pudiera equivocarse; llevan a la mujer ahí delante de Cristo y le dicen “Sorprendimos a ésta mujer en el acto de adulterio y dice la ley que hay que apedrearla” y la gente estaba dispuesta a apedrear a ésta mujer. Cristo era el único que podía juzgar a ésta mujer y él no hizo eso, él llegó con la gente ahí y se ponía a escribir, no dice la palabra de Dios lo que estaba escribiendo, pero probablemente estaba escribiendo los pecados de cada uno de ellos, y dice que cada uno de ellos acusado por su conciencia, se daba la vuelta y se iba, hasta que no quedó ni uno y le dice Cristo a la mujer ¿dónde estaban los que te acusaban? y ya no había ninguno, y le dijo “ni yo te acuso, solamente vete y no peques más”.

Y Dios estaba perdonando a una mujer que había caído en su pecado, que había vivido probablemente una vida totalmente desenfrenada, pero en ese momento ella recibe el perdón de Dios y yo estoy seguro que aunque la Biblia no lo dice, estoy seguro que cambió toda su vida. Y yo creo que Dios está buscando a gente que esté dispuesta a arrepentirse, Dios está buscando a gente  que tenga un corazón sensible; no a gente muy capaz, no a gente llena de talentos, pero alguien que esté dispuesto a reconocer su pecado a reconocer que le estamos fallando a Dios.

No se trata de la perfección pero se trata de la humildad delante de Dios.

¿Qué impide que reconozcamos que hemos desechado la palabra de Dios?

Veamos “Zacarías 7:12 y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.”

Lo que nos va a impedir que nosotros reconozcamos que estamos fallando al Señor, es el orgullo, es estar endureciendo nuestro corazón, es saber que si estamos fallando, pero aún así, entendiendo mi pecado, entendiendo la condición en la que estoy viviendo aun así decir “no voy arrodillarme, no voy a reconocer que estoy fallando”, como Saúl estaba haciendo, y él dijo “es que el pueblo”. Y vamos a buscar una excusa y vamos a encontrar siempre una excusa válida para nosotros mismos de decir “es que de esta manera tengo que vivir, no puedo hacer una entrega al Señor, es que toda mi vida ya me acostumbre a estar viendo la tele y no tengo la costumbre de leer la Biblia, pues ya que puedo hacer” podríamos decir “es que tengo mucha tarea para venir a la iglesia, es que tengo trabajo, es que es mi único día libre”; y excusas siempre vamos a encontrar para seguir desechando la palabra de Dios. El pueblo había endurecido su corazón, y Dios se había enojado contra ellos, veamos  “Zacarías 7:13 Y aconteció que así como él clamó, y no escucharon, también ellos clamaron, y yo no escuché, dice Jehová de los ejércitos;

7:14 sino que los esparcí con torbellino por todas las naciones que ellos no conocían, y la tierra fue desolada tras ellos, sin quedar quien fuese ni viniese; pues convirtieron en desierto la tierra deseable.” Y Dios quiere que cada cristiano tenga una vida, no una vida con bendiciones nada más, pero una vida en abundancia y Dios tiene preparadas tantas bendiciones para el cristiano, pero, por causa de ese corazón duro por causa de ese orgullo muchas veces no vamos a poder convertir el hogar en esa tierra deseable, y yo creo que muchas veces vamos nosotros a acarrear las consecuencias por la forma y la manera en la que estamos tratando la palabra de Dios.

En el instituto Bíblico nos decían, así como tu trates a la Biblia, como tu trates la palabra de Dios, la palabra de Dios te va a tratar a ti; si tu la amas, te va amar a ti, pero si tu la dejas ahí a un lado, Dios te va a dejar a ti. Y si es cierto, si nosotros hacemos a un lado la palabra de Dios, Dios va apartarse de nuestra vida.

Desgraciadamente hay algunos hermanos aquí, de la misma iglesia y yo hubiera preferido quizá no decir esto pero hay algunos hermanos aquí en la iglesia que en algunos meses ya no los vamos a ver aquí, tal vez en un año algunos hermanos aquí de la iglesia ya no van a estar y es porque ganó el orgullo. Porque tal vez sentimos alguna ofensa aquí en la iglesia y empezamos amargarnos y empezamos agarrar cosas en nuestros corazones para que yo ya no vuelva a quí en la iglesia y yo estoy diciendo “ a mi no me importa si la Biblia dice ama a tu prójimo” y es más, Cristo decía ama a tus enemigos y nosotros lo hacemos a un lado, no nos importa y decimos “ yo ya no vuelvo a esa iglesia porque ahí hay pura hipocresía, ahí no hay amor, ahí hay esto y aquello, me trataron mal”. Y nadie es perfecto realmente, el pastor de la iglesia no es perfecto, su esposa no es perfecta, yo no soy perfecto el hermano Abraham no es perfecto, nadie aquí en la iglesia es perfecto; así que todos vamos a fallarnos, todos nos vamos a ofender una o más veces, y no por eso vamos a decir “es que ésta no es una buena iglesia, no es un lugar para mí, mejor me voy a ir a otro lugar”. Pero desgraciadamente algunos hermanos van a caer en este orgullo, en un corazón duro y ya no los vamos a ver aquí en la iglesia.

Es algo triste pero es algo que va a pasar desgraciadamente, vamos a perder tanto como en el caso de Saúl, aún cuando fue confrontado, su orgullo no le permitía decirle a Samuel “Samuel, tienes razón he pecado, te mentí la primera vez, reconozco que te mentí y que le mentí a Dios”; era fácil tal vez que todavía pudiera recibir misericordia departe de Dios, pero su orgullo no lo permitió, mejor le echo la culpa al pueblo.

Hermano, no debemos de apartarnos de las cosas de Dios, de la iglesia, de seguir a Cristo; no debemos apartarnos de eso, por el orgullo que hay en nuestro corazón, siempre va haber cosas malas que vamos a poder seleccionar, pero jamás Dios te va a fallar a ti; si nosotros deveras vemos a Cristo y dice la palabra de Dios “puestos los ojos en Jesús”; si vemos a Jesús, jamás va a fallarnos él; y vale la pena que nosotros sigamos, no solamente aquí en la iglesia, pero una vida cristiana, una vida consagrada, una vida que está decidiendo tomar pasos, de dejar pecados, de hacer cambios en nuestra vida, de poner altos ahí en la casa, de decidir, “yo y mi casa serviremos a Jehová” y a partir del día de hoy vamos a estar tomando esto, vamos a tener altar familiar, vamos a tener un tiempo de leer la Biblia, de orar, vamos a quitar la televisión, vamos a dejar de hacer estas actividades; ya no es una opción si venimos o no a la iglesia, hay que venir siempre, hay que orar.

El papá debe enseñar la palabra de Dios en casa, la mamá debe de respetar las decisiones; debe seguirse un orden en el que Cristo es el primer lugar en la casa, y yo creo que de esta manera vamos a encontrar la voluntad de Dios, y Dios va a tener misericordia de todo aquel que le está clamando, todo aquel que está arrepentido buscando la ayuda de Dios. dice la Biblia en Isaías 55:6 “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.” Hermano busca a Dios ahora que estamos a tiempo, pide perdón si sabes que has menospreciado su palabra. Tal vez estamos viviendo consecuencias, no sufras todo lo que tengas que sufrir, que el orgullo no gane hasta que estemos totalmente destruidos y digamos “Si, me equivoque”. No es necesario que llegue ese punto, pero nosotros, debemos de buscar a Dios que está cercano a nosotros todavía el día de hoy. Y Dios quiere que cada cristiano tenga nuevamente esa comunión con el Señor.

Hermano, Dios está dispuesto a perdonar, Dios está dispuesto ayudarte en hacer esos cambios solamente busca a Dios.

Pero cada uno de nosotros vamos a decidir si es que el orgullo, si es que un corazón duro, va a ganar, si es que mi corazón va ser como el de Saúl y vamos a desechar la palabra de Dios, una y otra vez; o vamos a decidir si ahora como el hombre conforme al corazón de Dios que sí pecó, que sí le falló a Dios, pero que él se arrepintió, que el puedo clamarle a Dios y mostrarle un corazón totalmente arrepentido y buscando el perdón de Dios y Dios le perdonó y dijo Natán “y sabes que Dios no te va a quitar la vida, Dios te ha dado una segunda oportunidad”. Hermano ahí está la segunda oportunidad para tu familia, para tu vida, no la menosprecies, tomala, ama la palabra de Dios y Dios te va a seguir amando a ti.

  • Un menosprecio total por la palabra de Dios.
  • Hacemos a un lado la palabra de Dios.
  • Nadie de nosotros está exento de menospreciar la palabra de Dios.
  • Dios está buscando a gente que esté dispuesta a arrepentirse.
  • No debemos de apartarnos de las cosas de Dios.