No seas un rey Saúl este 2021

1 Samuel 8:1-5

1 “Aconteció que habiendo Samuel envejecido, puso a sus hijos por jueces sobre Israel.

2 Y el nombre de su hijo primogénito fue Joel, y el nombre del segundo, Abías; y eran jueces en Beerseba.

3 Pero no anduvieron los hijos por los caminos de su padre, antes se volvieron tras la avaricia, dejándose sobornar y pervirtiendo el derecho.

4 Entonces todos los ancianos de Israel se juntaron, y vinieron a Ramá para ver a Samuel,

5 y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones.”

Sabemos que este año 2020 fue muy singular a diferencia de muchos años atrás. Yo creo que sin exagerar muchos esperaban que llegara el 2021 y no solamente para hacer nuevos planes. Sabemos la situación que está pasando, ha habido familias que han sufrido bastante por la situación actual, muchos han perdido trabajo y ha habido situaciones complicadas en el hogar y ciertamente debemos seguir hacia adelante y hacer de este 2021 lo mejor que podamos, un año de éxito espiritual.

Quiero hablar acerca de que no debemos imitar de la vida del rey Saúl, cosas que quizás hicimos el año pasado y no nos dimos cuenta, cosas que hicimos que le fallamos a Dios y esa es la razón por la cual fracasamos constantemente.

1. No seas impaciente 

1 Samuel 13:8-13 dice: “Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba. Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el holocausto. Y cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí Samuel que venía; y Saúl salió a recibirle, para saludarle. Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y que los filisteos estaban reunidos en Micmas, me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto. Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre.” Podemos imaginarnos la escena de cómo estaba esa plática y Saúl decide tomar esta mala decisión. Él sabía lo que estaba ocurriendo y decide mal por su impaciencia. 

Muchas veces somos como Saúl que no sabemos esperar, él fue impaciente y después vemos las consecuencias. Realmente estamos en tiempos en los cuales queremos que todo sea muy rápido. Tomamos el celular y si se traba un segundo decimos: “Este ya no sirve, necesito el iPhone 12 porque este ya está muy lento.” Si las cosas se aplazan un poco más como que no es lo que queríamos y nos enojamos. 

Muchas veces los jóvenes se desesperan porque dicen que ya tienen 18 años y no tienen novia y entonces se van a ir al mundo, que en la iglesia no hay y comienzan a tomar malas decisiones. Y joven, si no te casas a los 18 años no pasa nada, te puedes casar a las 20, 25, 30, 35 años y si ese es el plan de Dios no te debes de preocupar, pero a veces se desesperan y se casan con él o con la que caiga y después se andan arrepintiendo. Dicen: “De aquí a dos años yo tengo que cumplir con esto y si no lo hago voy a empezar a tomar mis decisiones” y le ponemos esas condiciones a Dios, pero muchas veces nos falta someternos al tiempo de Dios. 

Una cosa que es muy importante como cristianos es aprender a decir y entender que todo lo que hagamos debemos decir “primeramente Dios”. Hay que decir siempre “Voy a hacer esto primeramente Dios”, “Me voy a meter a esta carrera si Dios quiere” y siempre condicionar las cosas que hacemos a la voluntad de Dios. Joven, señorita, no tienes que decir: “Voy a hacer esto a esta edad”, no te midas con las demás personas que quizás ya hicieron eso a esa edad, tienes que andar en los tiempos de Dios y de esa manera vas a poder descansar. 

Podemos pensar y decir “Saúl se hubiera esperado un poco más y hubiera evitado tantos problemas” pero a veces así estamos. Este 2020 decíamos “este año va a ser el bueno, voy a levantar mi negocio”, y se nos olvida considerar que Dios tiene todo en sus manos y puede mover las cosas y puede cambiar nuestros planes y si no estamos contentos y nos impacientamos vamos a enojarnos como Saúl. Él tomó una mala actitud y por consecuencia tuvo muchas cosas malas en su vida.

2. No menosprecies la Palabra de Dios

Dice 1 Samuel 13:13 “Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre.” El pecado de David fue que mandó matar a Urías y el pecado de Saúl fue la desobediencia. Saúl no mató a todo lo que estaba en el pueblo y David mató a Urías para que su pecado fuera encubierto y pudiéramos pensar que David mató una vida y Saúl salvó una vida y es diferente pero el pecado fue la desobediencia y el menosprecio a la Palabra de Dios. Uno dijo: “¿Qué de malo tiene que desobedezca a Dios y conserve lo bueno?” y el otro dijo: “¿Qué de malo tiene que encubra mi pecado?” Ambos habían menospreciado la Palabra de Dios y hay que tener cuidado con eso, pensamos “¿por qué mis hijos están en pecado?, ¿Por qué mi matrimonio va mal?” y muchas veces es porque estamos menospreciando la Palabra de Dios, y lo hacemos cuando venimos a la iglesia y cantamos y a lo mejor hasta bien entonados pero de nada sirve porque llegamos el lunes al trabajo y comenzamos a decir malas palabras; de nada sirve que nos levantemos y comencemos a orar si por la tarde regresamos a casa y abrimos el refri y sacamos una cerveza; de nada sirve leer 10 capítulos al día si por la tarde cuando nadie nos ve tomamos el celular y vemos inmoralidad; de nada sirve que venimos a la iglesia y no creemos en diezmar; menospreciamos la Palabra de Dios cuando tenemos un ministerio en la iglesia y afuera uno tiene una amante; de nada sirve ser religiosos y todo es apariencia y cometemos pecados delante del Señor y  él sabe lo que estamos haciendo y estamos menospreciado la palabra de Dios. 

Saúl pudo haber dicho: “¿Qué de malo tiene lo que estoy haciendo?” y la gente lo pudo apoyar pero el siervo de Dios le dijo: “Locamente has hecho”; y sabemos que Saúl perdonó lo que había sido mandato destruirlo, él sabía cuál era la Palabra de Dios y no le importó. A veces escuchamos la palabra de Dios y decimos: “¡Amén! ¡Qué tremenda verdad!” y salimos como si nada hubiera pasado y como que la menospreciamos y decimos que era para el otro hermano y no tomamos en serio la Palabra de Dios porque no le hemos dado una prioridad en nuestra vida.

El 2020 ya pasó y debemos tomar decisiones, la gente esperaba el 2021 para hacer planes que normalmente no tienen nada que ver con Dios y aún así ellos se esmeran por cumplir esas metas. ¡Cuánto más nosotros!, que sea una prioridad en nuestra vida la Palabra de Dios que cada día debemos leerla y cumplir la palabra de Dios. Alguien dijo una vez: “No se trata de lo mucho que sabemos sino de lo poco que sabemos y estamos cumpliendo.” Porque a veces es fácil memorizar, leer la Biblia pero es difícil cumplirla, es fácil y predicar  como los fariseos que querían poner cargas grandes a las personas pero ellos ni con un dedo querían moverlas. Es fácil saber la voluntad de Dios pero es difícil cumplirla, debemos proponernos que la Palabra de Dios sea una prioridad.

3. No seas un idolatra

1 Samuel 15:22-23 dice: “Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey.” No seamos como el rey Saúl que era como un idólatra. Nota el versículo 23 “Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación” ya no tenemos en nuestra casa a la virgen de Guadalupe, ya no tenemos pósters de cantantes, a los ídolos que teníamos antes de conocer a Cristo pero muchas veces somos obstinados cuando sabemos lo que tenemos que hacer y no lo queremos hacer.De nada sirve que se nos enseñe si tenemos un corazón cerrado. Muchas veces somos obstinados como Saúl lo fue, muchas veces somos idólatras de ciertas cosas.

¿Cuáles son tus metas este año? Este año la gente se propone bajar de peso, comprarse un coche, una casa, casarse y son metas que en cierta manera no tienen nada de malo pero ¿por qué no incluimos en nuestras metas cosas que agradan a Dios? Muchas veces llega el año nuevo y ya estamos tan decepcionados de nosotros mismos y decimos: “Si en el 2016 me propuse esto y todavía no logro ¿para que me esfuerzo este año?” Y ya no nos esforzamos por hacer algo por el Señor, algo por nuestra vida espiritual. ¿Quién va a ser tu Señor este año? En el 2020 llegó a ser el dinero, el trabajo, la familia y si hay que cuidar la familia pero primero debemos tener a Dios en primer lugar, quizás fuimos nosotros mismos, nuestros deseos carnales, nuestro pecado, estamos fallando a Dios porque somos idólatras.

Desgraciadamente algunos hermanos van a escuchar “Sal a ganar almas, la gente se está yendo al infierno” y van a escuchar una y otra vez y dicen: “Estoy ocupado”, “es mi único día de descanso”. No tienes que salir a ganar almas el sábado para decir que ganas almas, puedes ganar almas en cualquier lugar, puedes tener la oportunidad de hablarle a alguien de Cristo y a veces la gente no va a querer escuchar pero tú habla a aquellas personas. Hay gente que va a escuchar y otra que no, pero no se trata de cómo responden ellos sino de llevar el evangelio, pero desgraciadamente no vamos a tomar la decisión y eso es obstinación, somos como un idólatra negando la gran comisión de Dios, vamos a estar escuchando que diezmemos  por agradecimiento, que hay que dar porque es un mandato y vamos a estar con los brazos cruzados y decir que eso es del Antiguo Testamento y nos justificamos, vamos a escuchar predicaciones que dejemos de robar y dicen algunos “soy cleptómano, robo sin querer.” 

No se trata de que escuchemos y no hagamos porque es una obstinación como el rey Saúl porque él constantemente cometía fallas contra el Señor y a pesar de que recibió la reprensión no hizo nada, de nada sirve que estemos escuchando y no hagamos nada. 

Así como el siervo de Dios, Samuel, que le dijo: “Tu pecado es como idolatría y te va a llevar consecuencias.” Deberíamos de tomar conciencia y decir no quiero ser como el rey Saúl, que cuando se nos predique la Palabra de Dios podamos actuar. Una cosa que debemos hacer es buscar a Dios en lo secreto, que bueno que puedes venir a la iglesia y escuchar predicación pero ¿qué el resto de la semana? Debemos buscar a Dios constantemente, ser fieles a Dios y entregarnos completamente a Él.

4. No nos preocupemos por las apariencias

1 Samuel 15:24-26 dice: “Entonces Saúl dijo a Samuel: Yo he pecado; pues he quebrantado el mandamiento de Jehová y tus palabras, porque temí al pueblo y consentí a la voz de ellos. Perdona, pues, ahora mi pecado, y vuelve conmigo para que adore a Jehová. Y Samuel respondió a Saúl: No volveré contigo; porque desechaste la palabra de Jehová, y Jehová te ha desechado para que no seas rey sobre Israel.” Y dice el versículo 30 “Y él dijo: Yo he pecado; pero te ruego que me honres delante de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel, y vuelvas conmigo para que adore a Jehová tu Dios.”

De nada sirve que la gente nos aplauda y nos diga “qué bien” si delante de Dios estamos mal. A Saúl le estaba importando el qué dirán de las personas y de nada sirve el qué dirán, siempre van a decir algo de nosotros, no podemos agradar a todas las personas y buscar el favor de la gente porque no vale la pena. Una cosa es que cuidemos nuestro testimonio y otra nuestra apariencia no dejar que la gente diga lo que quiera, hay que cuidar nuestro testimonio porque somos cristianos, una cosa es que cuidemos nuestro testimonio para que pueda ser honrado nuestro Señor y otra cosa es que cuidemos nuestra apariencia para que hablen bien de nosotros y digan que “bonito ora ese hermano.” De nada sirve las apariencias si estamos mal con Dios. El rey Saúl estaba preocupado por lo que dirían las personas de él.

1 Samuel 18:7-9 dice: “Y cantaban las mujeres que danzaban, y decían: Saúl hirió a sus miles, Y David a sus diez miles. Y se enojó Saúl en gran manera, y le desagradó este dicho, y dijo: A David dieron diez miles, y a mí miles; no le falta más que el reino.Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David.”

¿En qué le afectaba ese canto al rey Saúl? En nada, porque él seguía siendo el rey pero él no estaba interesado en lo que Dios le había dado sino en lo que la gente diría de él. No te preocupes por lo que la gente va a decir de ti sino de lo que Dios va a decir de ti. Qué hermoso va a ser cuando lleguemos a la presencia de Dios y nos diga “bien buen siervo y fiel”, eso debería de ser el anhelo de cada cristiano, no que en la iglesia nos digan que somos buenos cristianos. 

Muchas veces podemos aparentar pero estar mal con Dios y no debemos preocuparnos de esa manera, sino en estar bien con Dios. La familia puede criticarte y si te invitan a la posada y tú sabes que van a tener cerveza, el baile, malas conversaciones y tú les dices: “Yo no puedo ir contigo porque soy cristiano y mejor me quedo en casa” te van a criticar y van a decir que eres un religioso y tú debes estar bien con Dios que con tu familia. Dice la Biblia: Maldito el hombre que confía en el hombre. No pongas tu confianza en los hombres porque los hombres fallamos pero Dios no falla, busca agradar al Señor que es lo más importante.

5. No seas soberbio 

Saúl se había enojado y esa es una reacción que nuestro yo va a querer sacar por alguna situación. Ciertas ocasiones nos vamos a  molestar por cosas que están justificadas. La mayoría de las ocasiones que sale el enojo es por una causa injustificada, por algo que no es correcto y Saúl estaba mostrando su enojo por algo que no valía la pena.

Muchas veces estamos llenándonos de soberbia. Saul pensaba que se merecía todo, se consideraba más arriba que cualquier otro.

Cuando estábamos en la escuela cristiana el pastor predicó y eran enseñanzas de cinco minutos pero él predicó de ser humildes y decía repite después de mí: “Yo no soy mejor que nadie” y todos decíamos “yo no soy mejor que nadie” pero yo estaba repitiendo esto y a mí me habló Dios en esa enseñanza de unos cinco minutos y ahora constantemente me recuerdo que yo no soy mejor que nadie. 

Saúl pensaba que era mejor que todos los demás y por eso pensaba que merecía respeto y le alabaran a él. Cuidado cuando tenemos actitudes de envidia. Quizá a un hermano le va a ir bien, va a recibir un ascenso en el trabajo, y cuando sale la envidia, cuidado porque estamos llenos de soberbia cuando pensamos que eso que él tiene lo deberíamos de tener nosotros estamos mal. Debemos repetir y decirnos yo no merezco nada, porque lo que merecemos es el infierno y debemos recordar que no somos mejores que nadie y debemos de tener conteniendo con lo que Dios nos ha dado. Gracias a Dios por lo que tenemos y debemos recordar que en este 2021 no debemos ser soberbios, debemos llenarnos de humildad. 

Una cosa que nos va a mantener humildes este 2021 es escuchar predicación. La predicación nos confronta con nuestro pecado, a nadie nos gusta que nos diga nuestra fallas, si estamos chaparritos no nos gusta que nos digan somos un enanos; si estamos flaquitos no nos gusta que nos digan que estamos  desnutridos. No nos gustan las cosas negativas y muchas veces somos negativos. La palabra de Dios penetra en nuestra alma y nos dice que dejemos de pecar y si constantemente vamos a la palabra de Dios nuestra vida va a cambiar porque la Palabra de Dios no vuelve vacía. Hoy en día tenemos tanto acceso a la tecnología, podemos agarrar unos audífonos y en el celular poner predicaciones y escucharlas, no te conformes con tres predicaciones a la semana, escucha más Palabra de Dios y eso te va a mantener humilde. 

También confesar pecados nos mantendrá humildes, nos acostumbramos al paso de los años y hacemos nuestra metodología de ritmo de cristiano y oramos y decimos: “Señor, perdóname por mis pecados, bendice mi familia”, y terminamos y ¿cuando confesamos pecados? No es confesar pecados decir “perdóname por mis pecados” porque eso cualquiera lo puede decir, pero confesar pecados es humillarnos delante de Dios. En el momento que Samuel le dijo a Saúl “Locamente has hecho” él se pudo haber arrepentido, pudo haberse arrodillado y pedir perdón. 

David había cometido un crimen terrible pero él se arrepintió, dice el salmos 51 que estaba acongojado por causa de la situación y por la actitud que había tomado y mostraba su arrepentimiento y Dios lo perdonó. A pesar de que el pecado de Saúl pudiéramos decir que fue más pequeño (y no hay tamaño chico o grande de pecado) pudiéramos pensar que eso era más fácil de perdonar, pero Saúl dijo: “Sí, he pecado pero llévame con la gente y vamos a decir que todo está bien”, cuidando su apariencia. Él no se humilló ni reconoció su pecado. Reconocer pecados es ir a la presencia de Dios y decirle Señor, “hoy mentí y me siento mal porque yo te falle” y tú te estás humillando delante de Dios.

Cada día debemos confesar pecados a nuestro Dios, no hay día que no le fallemos a Dios y si no hemos confesado pecados hoy, nos estamos llenando de soberbia. Decía Carlos Spurgeon que la soberbia es como la barba del hombre que crece cada día y hay que cortarla, si no cortamos nuestra soberbia vamos a ser personas que piensan que merecen todo.

Es algo triste que como cristianos no confesemos pecados. Si en el año 2020 solo salimos a ganar almas unas tres veces es un motivo por el cual debemos ir con Dios para que nos perdone.

Hay tres tipos de pecado: por comisión, aquellos que cometemos; por omisión aquello que no debemos hacer y  hacemos; y por hierro los que no sabemos que eran pecados pero los hacemos y luego nos enteramos que eran pecados. 

Tenemos que confesar pecados, cada día le fallamos a Dios, humillemosnos delante de él. No hagas de este 2021 un año de fracaso espiritual, aprovecha que estamos empezando el año, no seamos como Saúl. Él tuvo varias características malas, era impulsivo, soberbio, desobedeció la palabra de Dios, cometía errores y no los reconocía, le importaba más lo que la gente decía de él. Saúl había sido lleno del Espíritu Santo, dice la Biblia que hasta profetizó pero el problema no fue el Espíritu Santo sino la culpa fue de Saúl porque a pesar de haber sido escogido por Dios, dejó de cortar esa soberbia, hasta el momento en que decía no necesito de Dios, no lo dijo con esas palabras sino que lo mostraba con sus actos. Fue a la batalla y murió por causa de que había sido desechado por Dios, un hombre con muchos errores, pero son errores que el día de hoy estamos cometiendo tú y yo.

Necesitamos venir a Dios, cambiar esa actitud y hacer de este año una victoria espiritual. No seas un rey Saúl este 2021.