La Ruina de Una Familia

Salmos capítulos 106, versículos del 34 al 37: “No destruyeron a los pueblos Que Jehová les dijo; Antes se mezclaron con las naciones, Y aprendieron sus obras, Y sirvieron a sus ídolos, Los cuales fueron causa de su ruina. Sacrificaron sus hijos y sus hijas a los demonios“. Gracias Señor por tu Palabra, bendice a cada uno de los hermanos y familias. Queremos que tú nos hables, nos guíes y nos indiques lo que debemos de hacer en nuestras vidas. Te lo pedimos y te damos las gracias en Cristo Jesús.

Dice la Palabra del Señor, me gusta y no me gusta, porque es algo deprimente, pero en versículo 36, la última parte dice “los cuales fueron causa de su ruina“. ¿De cuál ruina? La ruina de los hijos de Israel. Quiero hablarles de la ruina de una familia. La ruina de una familia, y esta familia es de los hijos de Israel y Dios nos habla y Dios nos dice que llevó a la ruina a todas estas familias. Son ciertos pasos, es una serie de ciertos pasos que sucedieron, que Dios nos habla y Dios nos dice “mira si tú haces esto y empiezas a dar los mismos pasos, te vas a ir a la ruina” Hay cosas que nos mandan a la ruina. Ciertamente, si nosotros preguntáramos a alguien que está completamente en la ruina “¿te gusta estar en la ruina?”, esa persona nos diría “no, no me gusta estar en la ruina”. Si le preguntáramos “¿darías los mismos pasos para ir a la ruina?” él diría “no, a mí me gustaría, (si fue un negocio), no me di cuenta que no tome esta buena decisión en cuestión de pedir una gran cantidad de algo y sabía que no lo iba a volver a pagar y eso me llevó a deber por acá y eso me llevó a perder el lugar que rentaba y renté un lugar más chico y eso me llevó a esto y a eso; y ahora debo millones de pesos y estoy en la ruina, pero lo que haría sería cambiar algunas cosas”. Entonces, hay cosas que nos llevan a la ruina. Hay cosas que llevan a una familia a la ruina. Estar en la ruina no es algo que uno pueda disfrutar, no es algo que uno puedo levantar una banderita y decir “mírenme, yo estoy en la ruina”. No es algo que deberíamos desear de alguien. Pero la Biblia nos habla que estas familias, este pueblo de Israel llegó a tal punto que llegaron a la ruina, a lo peor de sus familias, a lo peor de su caminar con Dios, a lo peor de ese salir desde allá de Egipto hasta donde ellos habían estado allá en la Tierra de Israel, la Tierra Prometida.

1. No destruir el pecado

Veamos lo primero que dice en versículo 34. Dice la Biblia, que cuando llegan aquí a este lugar: “No destruyeron a los pueblos Que Jehová les dijo” Esa es la primera cosa que sucede. No destruyeron los pueblos. ¿Qué quiere decir eso? tenemos que darnos cuenta de que cuando nosotros estamos en esta tierra de bendición, Dios nos dice, nos indica “debes de destruir los pueblos”. En ese caso los pueblos cuando ellos llegaron, ellos debían de haberlos destruido, pero ellos dijeron “no, no los vamos a destruir, no es necesario. Porque nosotros somos fuertes, nosotros vamos a poder con ellos y si ellos se sublevan nosotros los vamos a poder aguantar, si ellos se revelan, nosotros los vamos a poder controlar” Eso es lo mismo que pasa con el pecado. El pecado Dios me dice “destruye el pecado”. Entonces, ¿qué es lo que me lleva a la ruina? simplemente no destruir el pecado, es lo que me lleva a la ruina. Es lo que puede llevar a m familia a la ruina, porque decimos “esto no me va a destruir, yo lo voy a mantener ahí, lo voy a mantener a un lado y voy a hacer cuando se revele ese pecado, cuando quiera ser más fuerte que yo, yo lo voy a tratar de amansar”.

Muchas veces nos podemos acordar, como aquella persona que estaba en un circo. Esta persona que estaba en este circo, su función era tener una serpiente boa y ésta se enredaba en él. Él daba la orden para que empezara a hacerlo y después daba otra orden para que esta serpiente empezara desenredarse y era la función de ese circo. Como nos pudiéramos imaginar, llega el momento en que esa serpiente empieza a enredarse y él da la orden para que empiece a desenredarse, pero no obedece. Empieza apretar más y más a ese hombre, lo empieza a asfixiar, lo empieza a matar. Él empieza a pedir a gritos que lo ayuden, pero ya después fue muy tarde. ¿Por qué? porque pensamos “yo puedo jugar con el pecado, yo puedo mantenerlo ahí, aun lado, no me va a afectar a mí, no va a afectar a mi familia, nada va a pasar” Hay pecados sencillos y a veces aquellos pecados sencillos que parece que no nos van a lastimar a mí y a la familia son los que más destruyen.

El orgullo, es algo que nosotros debemos constantemente luchando en contra. Es algo que viene y se va, es la naturaleza del hombre, es la naturaleza humana. Cada uno de nosotros tenemos orgullo en nuestro corazón. Nos gusta, ciertamente, que nos aplauden, nos gusta que nos exalten, nos gusta que nos admiren. Pero también nos gusta decir “yo no voy a pedir perdón. Mi esposa que me pida perdón. Mis hijos que me piden perdón. Mi madre que me pida perdón. Mi papá es el culpable, yo no soy el culpable”. Y viene el orgullo y dice la Biblia en el libro de Hebreos que Esaú por esa amargura, por ese orgullo que hubo en su corazón su vida fue destruida. La historia de Acaán, nos cuenta la Palabra de Dios que él agarra esos lingotes de oro y los esconde debajo de la tienda y después Dios dice “hay alguien que ha pecado contra mí” y van y buscan y Josué finalmente encuentra quién era. No solamente muere él, si no dice la Biblia que traen a toda la familia. Traen hasta los animales y los lapidan, los matan a pedradas y terminan con un montón de piedras. Él a lo mejor decía “esto no va a destruirme, es más va a ayudar a mi familia, va a ayudar a lo que tengo”. Hay cosas que destruyen nuestra familia.

Otra cosa que destruye nuestra familia, por ejemplo, es el ansía de tener más. Que lo pudiéramos comparar con aquella persona que quizás no se sacia. Con aquella persona que está buscando el dinero con los malos objetivos. Nuevamente, no es malo tener dinero, pero aquella persona que simplemente quiere más y está obsesionada por el dinero, podemos nosotros agarrar y buscar a lo mejor un trabajo que no conviene, empezar un negocio que no conviene y eso es lo que puede destruir a nuestra familia Había un pastor en El Paso, Texas. Él vivía en ciudad Juárez. Este pastor tenía una iglesia buena. Era una iglesia grande, como de 500 personas. Es difícil, ahora en Juárez no hay muchas iglesias tan grandes. Este pastor tenía una buena iglesia. El problema es que la iglesia no le estaba dando a este pastor un buen salario. A lo mejor haya sido la excusa, pero la esposa de este pastor, a cada rato le decía “dame dinero”. Le exigía y le pedía. Este pastor un día se encuentra a uno de sus vecinos y le dice el vecino “yo veo que vas constantemente a Estados Unidos”. Sus hijos estudiaban en el otro lado, en una escuela cristiana. Y le dijo “mira ¿por qué no hacemos algo?, préstame tu carro, no te voy a decir que le voy a hacer a tu carro, pero préstamelo y cuando dejes a tus hijas en la escuela, simplemente vas a este otro lugar tú te bajas te echas ahí unos tacos o algo, no va a pasar nada, tú no sabes nada. Y aparte te vamos a dar una buena recompensa”. El pastor dijo “no voy a preguntar, yo no sé que es”. No preguntó, pero él sabía que era. Le empezaron a dar miles de dólares. Empezó él a ir, a llevar, empezó a agarrar todo por ese amor al dinero y querer tener más dinero y esa obsesión. Empezó a cruzar, empezó a tener más dinero, empezó a llevar dentro del carro droga hacia el otro lado, dejaba a sus hijas en la escuela, iba a un lugar, dejaba el carro ahí, la gente agarraba el dinero, tenía un compartimento donde sacaba las drogas y le pagaban a este pastor. Todo fue bien por un año, hasta que finalmente lo agarraron en la frontera, lo metieron a la cárcel. Eso fue hace 10 años. Todavía está en la cárcel. La esposa lo dejó, no quiso hablarle más. Se destruyó ese hogar. Todo ¿por qué?, por estar pensando que yo puedo contra el pecado.

¿Qué debemos de hacer? Cuando la Palabra de Dios me dice “tienes que destruir, tienes que eliminar por completo” y nosotros pensamos que sabemos más que Dios y le decimos al Señor “mira Señor, no es necesario, yo soy un buen cristiano, yo puedo contra todo esto”. Mejor es que nos humillemos delante del Señor y confesemos a Dios nuestros pecados y le digamos al Señor “ciertamente estoy jugando con este pecado, ciertamente me va a destruir, yo no me daba cuenta o no me estoy dando cuenta. Señor ayúdame” Y tenemos que ir con el Señor y pedirle perdón.

Vean lo que dice en el versículo 35: “Antes se mezclaron con las naciones“. Aquí está la segunda parte. Una cosa es la amistad para atraer gente a Cristo y tener amistad con otras personas e invitarlas a la iglesia. Pero otra cosa es tener amistad e ir nosotros con ellos hacia el mal. Ir nosotros con ellos hacia el mundo, que ellos tengan una influencia sobre mí. Hace años teníamos a una joven de nuestra iglesia en donde una hermana me preguntó “pastor, yo no sé si mi hija debe de ser amiga con esta otra muchacha”. Yo le dije esta hermana “simplemente tiene que valorar esta otra muchacha es nueva en Cristo, pero si su hija tiene una buena influencia, si su hija está logrando que esa otra muchacha pueda venir aquí a la iglesia y que pueda servir al Señor, pues que sigan siendo amigas. Que la atraiga a la iglesia. Pero si esta otra muchacha la está sacando de la iglesia, entonces usted debe de ver eso”.

Nosotros como cristianos, Dios nos ha dejado aquí en el mundo. Nosotros somos dice la Biblia en Mateo, “somos la luz del mundo”. Dice también la Biblia que somos la sal de la Tierra. Dios quiere que nosotros demos frutos en esta Tierra. Dios quiere que la gente vea nuestras buenas obras, pero eso es lo que Dios quiere, Dios quiere que mientras nosotros estemos aquí en este mundo, tengamos buenas obras. El cristiano debería demostrar sus buenas obras a cada momento, no deberíamos demostrar nuestras buenas obras simplemente para apantallar a otros, para apantallar al pastor, para apantallar a los hermanos. Llega el día domingo y me convierto en cristiano, pero de lunes a sábado soy un diablo completamente. Sino nuestras buenas obras deberían ser todos los días, pedirle al Señor “Señor, lléname de tu espíritu Santo, para que yo pueda tener buenas obras”.

Esta Palabra mezclaron, viene de una Palabra que quiere decir “arap” y que quiere decir intermezclar, quiere decir batir. Quiere decir como cuando uno agarra harina y leche y el huevo y quiere hace un pastel y lo mezcla, eso quiere decir. Quiere decir batir, quiere decir mezclar y dice la Biblia que ellos se mezclaron con las naciones. De tal manera que no solamente se juntaron con ellos, si no que se batieron con ellos. Agarraron y se hicieron iguales que ellos. No hubo una diferencia. Cuando agarramos harina y huevo y aceite y leche y hacemos un pastel y lo mezclaos, ya después no vamos a poder agarrar y decir “¡ah! pues esto era parte de la harina, esto era parte de la leche” Y separarlo otra vez, porque ya está bien mezclado. El problema de los hijos de Israel es que se mezclaron con las naciones. Nuestro problema puede llegar a ser eso, que nos mezclamos tanto en el mundo que ya no hay una diferencia. Debería de haber una diferencia en nuestros días de una familia cristiana y una familia que no es cristiana. Debería de haber una diferencia en nuestra manera de andar, debería de haber una diferencia en nuestra manera de conducirnos, debería de haber una diferencia en la música que yo escucho. Debe de haber una diferencia en las cosas que nosotros practicamos. No vamos a ir al baile, no vamos a ir a la disco, no vamos a ir a ciertos lugares que son de mal testimonio. Por supuesto no me voy a meter al antro, no voy a ir a lugares que alguien diga “mira el pastor”. No me voy a estacionar en frente de una licorería para ir a un oxxo. Porque ¿qué tal si alguien me ve?. – “Hermano, no iba a ir a licorería, iba a ir al oxxo” Pero así como le explicó a esa persona. No voy a mezclarme, si no que va a haber una diferencia. Si Dios nos prohíbe cuidarnos de tener malos amigos, nosotros podemos y debemos de hacer lo mismo con nuestros hijos.

2. No te mezcles con el mundo

Proverbios capítulo 1, versículos del 10 al 13: “Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, No consientas. Si dijeren: Ven con nosotros; Pongamos asechanzas para derramar sangre, Acechemos sin motivo al inocente; Los tragaremos vivos como el Seol, Y enteros, como los que caen en un abismo;” más adelante en Proverbios capítulo 10:15: “Hijo mío, no andes en camino con ellos. Aparta tu pie de sus veredas“. Apártate de ellos, lo mismo dice en Salmos 1:1: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,   Ni estuvo en camino de pecadores,   Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;” Lo contrario de todo esto, está en versículo 2, Salmos 1:2 : ” Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. Entonces, no se puede mezclar“. Entonces nos estamos mezclando mucho. Nos mezclamos de tal manera que ya no hay una diferencia y en mi familia, deberíamos nosotros buscar que haya diferencia. Nosotros somos responsables de saber con quién andan nuestros hijos. Dios les dice a ellos “no te mezcles con las naciones” y ciertamente los papás dijeron “no nos vamos a mezclar” (algunos de ellos). Pero dejaron que sus hijos se mezclaran.

¿Recuerdan a Balaán?, él quiso maldecir al pueblo de Israel. Balaán dice “no se puedo” y dijo “tengo una idea de lo que podemos hacer. Vamos a mandarles unas jovencitas que los embrujen. Vamos a traer a los jóvenes, bien fácil que los vamos a poder sacar, no les vamos a decir que van a ofrecer sacrificios, los vamos a traer, van a empezar a tener sus fiestas, van a tener que empezar a tener sus pachangas, sus tardeadas y después los vamos a enredar más y después vamos a sacar a los dioses, hasta el momento y el punto en que ellos mismos van a empezar a sacrificar a sus propios hijos a Balaán. Van a empezar a sacrificar a sus hijos a esos Dioses” Y eso fue porque empezaron a mezclarse.

De tal manera que debemos nosotros cuidar nuestra familia, cuidar a nuestros hijos, que no se mezclen y buscar que tengan buenas amistades. Estaba diciéndole a algún miembro de la iglesia hoy “aún en nuestra propia iglesia debemos nosotros de cuidar con nuestros hijos que tengan buenos amiguitos”. Si vemos ahí que tienen un amiguito que se la pasa golpeando o haciendo esto y aquello. Decimos “¿sabes qué? ahorita no te juntes con él. Vamos a esperarnos 3 ó 6 meses a ver si cambia”. Pero nosotros como papás debemos ser responsables que nuestros hijos no se mezclen con este mundo. Si no se van a mezclar con este mundo, nosotros tenemos que darles la atención a nuestros hijos que ellos necesitan, no queremos que se mezclen con el mundo, no queremos que se mezclen con malas amistades. Pero yo no estoy pasando tiempo con él.

Entonces, nuestros hijos se confunden. Nuestros hijos están bien confundidos hoy en día, allá en el mundo. Por esta razón: va el niñito a la escuela, tiene 7 años, llega a la escuela. En la escuela se porta mal el niño porque no aprendió nada de disciplina. Lo traen con el director, le llaman a la mamá, la mamá llega a la escuela y ve al niño que está sentado ahí y el director le dice “señora su hija se portó mal”. En vez que la mamá le dé el lado al director, ¿qué hace? le da el lado al niño; “no es que mi hijo nunca se ha portado mal, es que mi hijo es un buen niño, es que mi hijo siempre se porta bien, es que mi hijo es un ángel, aquí se ha corrompido con ustedes. Bola de malas personas”. Agarra a su hijo, se lo lleva a la casa y en vez que el niño se vaya a jugar futbol con los amigos, se vaya al patio, como antes era; agarra el niño y ¿qué hace? empieza jugar con el Nintendo, empieza jugar con el Wii, empieza jugar con el Ipad, empieza jugar con todo esto electrónico. Por un lado los estamos agarrando y sacando y diciendo “es mi hijo”. Los llevamos a la escuela y los botamos y no estamos pasando tiempo con nuestros hijos. Nuestros hijos están creciendo todos confundidos. Dicen “¿cómo es que mi papá y mi mamá me defienden allá? y por acá me botan, no me ponen atención, no hablan conmigo, no saben mi vida y esto y aquello”. Agarran resentimiento, agarran odio, se buscan a alguien que les ponga atención. Llegan a los 12 años, sus cuates, les ponen toda la atención y perdemos el corazón de nuestros hijos.

Dios dice “no te mezcles con el mundo, no te mezcles con las naciones”. Pero al mismo tiempo que tú estás, evita que tus hijos se mezclen con este mundo y que tú mismo como familia no te mezcles. Si no te vas a mezclar allá pues asegúrate que te estás dando toda la atención a tu familia y a tus hijos. Nuestros hijos nos necesitan hoy más que siempre. La educación que están recibiendo en las escuelas ya n se puede decir “educación”. ¿Por qué? porque este gobierno tiene una agenda contra los cristianos, este gobierno tiene una artimaña contra las cosas del Señor. Han empezado a enseñar a favor de la homosexualidad, tienen tantas enseñanzas que pareciera que ahora lo que más les preocupa son todas estas enseñanzas que van en contra de la Palabra del Señor. Aparte nuestros hijos están yendo a la escuela pública, tienen tantos amigos que están en contra de las cosas del Señor. Luego durante el fin de semana vamos a visitar a los abuelos o a los tíos y ni unos son cristianos. El único tiempo que pueden pasar en los caminos del Señor es 1 ó 2 horas en la iglesia, pero no es suficiente, ¿por qué?, porque están siendo bombardeados por la televisión, están siendo bombardeados con la violencia de los juegos electrónicos, están siendo bombardeados por la educación allá afuera, están siendo bombardeados por las malas amistades, están siendo bombardeados por los tíos, los abuelos: “¡ay! ¡es qué ustedes son unos exagerados! van a la iglesia una vez al mes”. Deberían venir más veces a la iglesia.

Por otro lado, ¿qué es importa al resto de la familia? Las familias de hoy en día se meten tanto en nuestras vidas que es increíble. ¿Sabes? lo más importante en tu familia, ¿quiénes son? la esposa, el esposo, los hijos y nada más. Nosotros nos vamos a encargar, yo como padre de familia me voy a encargar que mi esposa y mis hijos sirvan al Señor. Eso es lo que dijo Josué allá en Josué 24:15: “Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.” Él no fue con la suegra y le dijo “¿qué le parece esta idea?”. Él no fue con sus papás y les dijo “a ver papás que les parece esta idea”. Él no pidió un consenso y dijo “a ver qué les parece esto”. Él no fue regañado por la maestra. No, es que tiene que venir a la tardeada”. Ahora somos presionados por los maestros, somos presionados por los abuelos, somos presionados por la suegra o los suegros “¡ay, es qué nunca nos vienes a ver!, es el último domingo que no nos vienes a ver”. Y ahí va la familia, vamos a ver a los abuelos cada domingo. ¿Sabes? Lo más importante no son los abuelos, lo más importante es tu esposa y tus hijos. En vez de ir a verte a ver a los abuelos o a los suegros, ¿por qué no vas y te das una vuelta al Zócalo, te das una vuelta a tu casa, llevas a tus hijos a algún lugar? para que sientan que los amas. Aparte que lo sientan que los amas, les dices “los amo”. Sería algo bueno, pero nos estamos mezclando tanto con el mundo, que ahora estamos siguiendo la corriente de este mundo y estamos haciendo lo mismo que hace el mundo.

Tuvimos conferencias, lunes martes y miércoles. ¡Qué bendición! El día jueves no mandé a mis hijos a la escuela, el día viernes tampoco los mandé. Ahora tengo el beneficio, lo tenemos mi esposa y yo, que les damos las clases en la iglesia. Puedo decir cuando van a la escuela y cuando no. Pero tienen que hacer sus 180 días, de todas maneras de escuela. Pero el día jueves les había prometido desde la conferencia, les dije “pues el día jueves no van a ir a la escuela y vamos a ir a Mc Donalds”. Y gracias a Dios, fuimos a Mc Donalds; “¡ay pastor, pero Mc Donalds es bien caro, una nieve de 9 pesos”. No hay mejor nieve que una nieve de Mc Donalds de 9 pesos, les puedo asegurar. No hay mejor nieve. Si tienen más ‘billullos’ pueden comprarle un Mc Flurry de oreo de 25 pesos y si tienen y les sobra más un Mc Flurry de miel que cuesta 29 pesos. Pero una nieve de 9 pesos, ¿cuántos de ustedes tienen 7 hijos? Se quejan, nada más tienes una esposa y dos chilpallates y ya. 3 x 9 = 27, aunque a ti no te toque. Entonces agarra a tus hijos, llévalos a Mc Donalds y cómprales una nieve que se diviertan ahí en los juegos, en vez de que se estén mezclando allá, que se mezclen contigo, que pasen un buen tiempo con la familia, que ellos sepan que tú les estás poniendo atención.

 

3. Aprender las malas obras

Dice en Salmos 106: “Y aprendieron sus obras“. La consecuencia de tener amistades del mundo es que aprendemos de ellos. Hay un dicho en el mundo que dice “el que con lobos anda, a aullar se enseña”. Ezequiel 16:44, más o menos se parece, dice la Palabra de Dios: “He aquí, todo el que usa de refranes te aplicará a ti el refrán que dice: Cual la madre, tal la hija.”, no tienen mucho que ver, pero entienden a lo que se refiere. El que con lobos anda a aullar se enseña, no le digo lobo a la mamá, pero el que con lobos anda a aullar se enseña. Nuestros hijos aprenden malas obras bien rápido, ¿qué es más fácil aprender? buenas obras o malas obras? Es bien fácil aprender malas obras, bien rápido. ¿Qué es más fácil hacer: construir o destruir un castillo de arena? Destruirlo, hasta bien divertido. Agarro uno, lo pateo, se sube lo destruye y bien rápido. Pero para construir algo es más difícil. Para aprender cosas buenas se nos hace bien difícil, pero para aprender cosas malas, bien fácil que uno las aprende.

Dice la biblia” y aprendieron sus obras”. *Cuando nos destruimos el pecado, cuando nos mezclamos con el mundo, la consecuencia va a ser que vamos a aprender las malas obras. Y este mundo tiene muchas malas obras que enseñarnos.

El año pasado estuvimos en Estados Unidos, como 10 meses, tuvimos la oportunidad que nuestros hijos fueran a la escuela cristiana. Es una muy buena escuela cristiana. Es chica, como de 40 ó 45 niños y nuestros hijos aprendieron. Había algunos niños dentro de esta escuela cristiana que tenían ahí ciertas cosas, ciertas irreverencias, ciertas maneras de hacer las cosas, que se les pegó a nuestros hijos bien rápido. Por ejemplo, una vez llegó David y estaba con Jafen cuando él estaba un poquito más chaparrito y todavía le alcanzaba. Y agarró David y lo ciscaba, como que le iba a dar un golpe. Ahora no es malo necesariamente, pero me extrañé dije “pues ¿dónde aprendiste eso?” – “ah es que allá en la escuela mis amigos lo hacen”. Luego, la siguiente semana venía con otra cosita y eso que es buena escuela. No aprendieron groserías, no aprendieron a sacar el picahielo y clavárselo en la espalda a otro niño. No aprendieron cosas malas, pero aprendiern ciertas cosas que a mí no me gustaron y teníamos constantemente que decirles “esto no lo hagas, busca buenas amistades, busca a estos niños”. Yo les preguntaba “¿quiénes son los niños buenos y quiénes son los niños malos?” La otra vez mencioné el nombre de Lucas. Mi hijo David dice “Lucas el mentiroso”. Dije “¿qué?, ¿cuál Lucas?” – “ah es que en mi escuela había un niño que se llamaba Lucas y era bien mentiroso”. Y ya se me había olvidado, cuando estábamos allá yo ya sabía que le decía a mi hijo “no te juntes Lucas, porque es bien mentiroso”.

Entonces, ¿qué estoy tratando de decir? Si aprenden bien rápido esas cositas, que a lo mejor son inofensivas, ¿qué tanto ahorita estaran aprendiendo nuestros hijos en la calle, en la televisión, con tanta influencia que hay allá afuera? No nos vamos a poner a temblar, no le voy a decir “hermanos, enciérrense en su casa y no salgan hasta el siguiente domingo en la mañana”. Pero debemos de estar alertas, el problema es ese. Que no estamos alertas. El problema es ese, que dejamos que nuestros hijos y nosotros mismos nos mezclemos en el mundo. Aprendemos tantas cosas malas, que a veces ya ni se nos hacen malas. Por ejemplo, viene la niña Juanita, llega de la secundara y le dice a los papás “papá, mamá, ya tengo novio” Y los papás dicen “¡ah! pues ¡qué bueno!”. Y empieza Juanita a traer a Pedrito y lo lleva a la casa y no ponemos nosotros reglas, no hacemos algo al respecto, no nos importa, porque decimos, “es que así lo hace el mundo y así está bien”. Cuando nosotros deberíamos de establecer limitaciones, parámetros en la vida de nuestros hijos. Decirles “¿sabes qué? tienes 12 años, tienes que esperarte hasta que tengas, no sé,”. Ayer le dije a Raquel “no puedes tener novio hasta que tengas 40 años, no te puedes casar”. Ya hablé seriamente con Raquee mi hija. Pero, nosotros como papás somos los que estamos guiando y debemos de hablar con nuestros hijos y decirles que hacer y no hacer. Porque nosotros somos los papás. El problema es que ya no pensamos porque ya estamos tan mezclados que hemos aprendido las obras de este mundo y a estar exactamente lo que esté mundo está haciendo. ¿Qué va a traer todo eso? ruina en mi familia, ruina en mi hogar.

 

4. Servir a los ídolos

Aquí dice la Biblia, versículo 36 “Y sirvieron a sus ídolos”; empezaron servir a sus ídolos. El propósito de Satanás es que dejemos al Dios vivo y verdadero y que adoremos a cualquier otro ídolo.

Deuteronomio 7, versículos del 1 al 4: “cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra en la cual entrarás para tomarla, y haya echado de delante de ti a muchas naciones, al heteo, al gergeseo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo, siete naciones mayores y más poderosas que tú“, ¿Por qué? porque el enemigo es más poderoso que yo. Dios los estaba introduciendo un lugar en donde todas estas naciones eran más poderosas. Me gusta lo que dice Deuteronomio 7:1 al 3 “Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra en la cual entrarás para tomarla, y haya echado de delante de ti a muchas naciones, al heteo, al gergeseo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo, siete naciones mayores y más poderosas que tú, “; cuando ellos sean más poderosos que tú, no te aflijas, no te eches para atrás, no tengas temor, porque Jehová tu Dios, está contigo. Pero vean lo que dice el versículo 2: “y Jehová tu Dios las haya entregado delante de ti, y las hayas derrotado, las destruirás del todo; no harás con ellas alianza, ni tendrás de ellas misericordia. Y no emparentarás con ellas; no darás tu hija a su hijo, ni tomarás a su hija para tu hijo.” En otras palabras, no te vas a mezclar, no vas a empezar a hacer migas con ellos. Dios estaba siendo bien específico. En el versículo 4 Dios dice: “Porque desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirán a dioses ajenos; y el furor de Jehová se encenderá sobre vosotros, y te destruirá pronto.”

De tal manera que empezaron a servir a sus ídolos. ¿Por qué? porque se mezclaron, empezaron a dar a sus hijos a las hijas de ellos y empezaron a dar sus hijas los hijos de ellos y eso empezó a apartar el corazón de sus hijos para con el Señor. No podemos decir en nuestros días que hay menos violencia, no podemos decir en nuestros días que el cristianismo está avanzando cada vez más. Lo que sí podemos decir es que hay más ateos cada día. Lo que sí podemos decir es que hay más Islam, está creciendo bien rápido. Lo que sí podemos decir es que iglesias carismáticas e iglesias como los Testigos de Jehová están avanzando más que nosotros como cristianos que tenemos la Palabra de Dios. Entonces, ¿qué está pasando? nuestros hijos se están mezclando. Van a conocer a un ateo, que no cree en Dios, se van a apartar de las cosas de Dios y todo eso. ¿Por qué? porque nos empezamos a mezclar, empezaron a aprender sus obras, empezaron a servir sus ídolos.

Dice después en Salmos 106:37: “Sacrificaron sus hijos y sus hijas a los demonios,” El fin de todo esto, esa familia perfecta que tenían, todo andaba muy bien. Pero dieron este paso: no destruyeron. Dieron el siguiente paso, se mezclaron, dieron el siguiente paso aprendieron sus malas obras, dieron el siguiente paso empezaron a servir a sus dioses, a sus ídolos. Yal final terminaron dando sus hijos y sus hijas a los demonios. Los dioses de los pueblos paganos no eran otro Dios, así como pudiéramos decir “era así como un Dios Alá y agarraron al niñito al bebé de un mes y lo echaron al fuego, pero fue para Alá” No, fue para Balaán, fue para Zerá, fue para Aterod. Para todos estos Dioses que eran demonios. Ciertamente en nuestros días no encontramos estatuas de Baal con sus brazos extendidos y carbón y fuego ahí en donde gente está pasando y los está dejando. Pero lo que sí estamos viendo son familias que se están destruyendo porque no se han arraigado a Cristo, porque sus hijos ya no son tan importantes, porque la iglesia no es tan importante.

Venimos a la iglesia pero nos la pasamos criticando a la iglesia. Eso es algo que yo no entiendo. Venimos a la iglesia y criticamos a la iglesia. No hay congruencia en eso y como nuestros hijos no ven congruencia y se predica algo y hacemos algo allá afuera, nos mezclamos, estamos más enredados con el mundo que en las cosas del Señor. Llega el momento en que nuestros propios hijos dicen “esto no está bien, algo no anda bien”. Terminan casándose con un incrédulo y sus hijos nunca llegan a conocer los caminos del Señor. En el momento en que nuestros hijos, nuestros nietos no conocen el camino del Señor es cuando nosotros hemos fracasado como papás y como abuelos porque nuestra descendencia se ha perdido de los caminos del Señor. La descendencia de los hijos e Israel llegó a tal ruina que los nietos de ellos fueron ofrecidos a los demonios. ¿A quién le gustaría que mis propios nietos fueran ofrecidos a los demonios? A nadie. Pero eso está sucediendo, nuestros hijos se están apartando de los caminos del Señor y los nietos se están perdiendo. Ya no conocen a Dios . Llega una generación que no conoce a Dios.

No creamos que nuestra descendencia llegue a tal grado. No creemos eso, pero todo eso lleva ciertos pasos. Descuidamos a nuestra familia, descuidamos a nuestros hijos. Decimos “ahora sí hay que ir a la iglesia cada 2 meses”. No es suficiente cada 2 meses. Tampoco voy a decir “tienen que estar aquí todos los días” Pero dice en la Biblia en Hechos, que todos los días y por las casas, no cesaban de predicar y enseñar a Jesucristo, quien era el puto central de las familias y la iglesia. Ahora ya no es el punto central. El punto central es el trabajo, el punto central es la escuela, el punto central es la moda, el punto central son otras cosas menos la iglesia. Cuando a una familia no le importa la iglesia ni las cosas de Dios, ¿sabe cuál es la razón principal? El pecado. Hay algo de pecado en esa persona, en esa familia que dice “es que en la iglesia como que me predican contra el pecado que yo amo”. Pues sí, pero nuestro foco, nuestra raíz, nuestro amor debería de ser Cristo. Y si nuestro amor es Cristo vamos nosotros a alejarnos del mundo del pecado y acerarnos más al Señor.

Señor te damos gracias por tu Palabra, ayuda Señor a que nuestra familia no caiga a tal punto de ruina.