La Humildad

1 Pedro 5:2-6

2 Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto;

3 no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.

4 Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.

5 Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes.

6 Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;

Dice la palabra de Dios en el versículo 5 “revestíos de humildad”. Cada día tenemos que revestirnos de humildad, es una virtud que Dios quiere darnos, necesitamos ser humildes “Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos” y joven tienes que respetar a los ancianos, no les contestes mal. Se ha perdido eso con los jóvenes y niños. En los pueblos aún hay esa cultura de respetar a los ancianos, los tienen en alta estima, pero ahora los jóvenes y niños no les hacen caso. Un adulto le dice a un niño: “haz esto” y el niño se le queda viendo así como ¿por qué me manda?, eso quiere decir que el niño no tiene un corazón humilde. Niño debes de tener un corazón humilde y para tenerlo debes estar sumiso a los ancianos, a tus padres, a veces no quieres porque no eres humilde, eres soberbio, orgulloso y arrogante. 

Humildad viene de humus que significa tierra, en otras palabras bajeza, entonces una persona humilde es una persona que no está por encima de los demás. Necesitamos aprender a ser humildes.

Consecuencias que nos trae el no ser humildes.

1. Vamos a ser avergonzados

Vamos a ser avergonzados si nosotros no somos humildes, necesitamos ser humildes. Ester 6:6-12 “Entró, pues, Amán, y el rey le dijo: ¿Qué se hará al hombre cuya honra desea el rey? Y dijo Amán en su corazón:” No lo dijo, lo tenía en su corazón, se sentía como que él lo merecía todo. Joven, a veces te sientes que mereces todo, que tu papá te dé todo lo que quieres y a veces también somos así delante de Dios, pensamos que lo merecemos todo. “¿A quién deseará el rey honrar más que a mí? Y respondió Amán al rey: Para el varón cuya honra desea el rey, traigan el vestido real de que el rey se viste, y el caballo en que el rey cabalga, y la corona real que está puesta en su cabeza; y den el vestido y el caballo en mano de alguno de los príncipes más nobles del rey, y vistan a aquel varón cuya honra desea el rey, y llévenlo en el caballo por la plaza de la ciudad, y pregonen delante de él: Así se hará al varón cuya honra desea el rey. Entonces el rey dijo a Amán: Date prisa, toma el vestido y el caballo, como tú has dicho, y hazlo así con el judío Mardoqueo, que se sienta a la puerta real; no omitas nada de todo lo que has dicho. Y Amán tomó el vestido y el caballo, y vistió a Mardoqueo, y lo condujo a caballo por la plaza de la ciudad, e hizo pregonar delante de él: Así se hará al varón cuya honra desea el rey. Después de esto Mardoqueo volvió a la puerta real, y Amán se dio prisa para irse a su casa, apesadumbrado y cubierta su cabeza.” Amán se fue avergonzado. Si no somos humildes tarde o temprano Dios nos va a poner en vergüenza y no solo en vergüenza con unas poquitas personas sino con muchas. El pueblo sabía que Amán no quería a Mardoqueo y él tuvo que pasear a Mardoqueo. Si seguimos con nuestro orgullo y soberbia, Dios nos va a poner en vergüenza.

2. Vamos a perder lo que Dios nos ha dado

Daniel 4:28-31 dice: “Todo esto vino sobre el rey Nabucodonosor. Al cabo de doce meses, paseando en el palacio real de Babilonia, habló el rey y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti;” Si no somos humildes, Dios nos va a quitar lo que él nos ha dado y a veces decimos: “Mira lo que yo tengo es gracias a mi inteligencia y trabajo” pero si sigues con tu orgullo y soberbia, Dios te lo va a quitar. Joven, si tú eres una persona orgullosa, no obedeces a tus padres cuando te dicen algo  tarde o temprano vas a ser avergonzado y a ese papá que a veces no respetas, le gritas, le dices de cosas el día de mañana Dios te lo puede quitar para que valores lo que tienes, porque muchas veces cuando somos orgullosos no valoramos lo que Dios nos ha dado. 

Una persona que es soberbia no valora lo que tiene, necesitamos ser humildes y valorar lo que tenemos porque si no, Dios nos va a quitar lo que nos ha dado. Dice el dicho “nadie sabe para quién trabaja”. Hay gente que se pone a trabajar y trabaja por muchos años y deja la herencia a sus hijos y ellos lo malgastan y hacen un desastre porque no valoran. Cuando no valoramos no somos humildes, Dios nos los puede quitar. ¿Recuerdas al hijo pródigo? Prepotente fue con su padre y le dijo: “Dame lo que me corresponde”, y su padre se lo dio, poco después todo lo malgastó, Dios se lo quitó porque fue prepotente con su padre. A veces somos prepotentes con nuestros padres y pensamos que tenemos la fuerza pero Dios nos puede mandar una enfermedad y nos quita esa salud buena por ser soberbios. Aprendamos a ser humildes porque el no ser humildes trae consecuencias.

3. No entramos en razón

Cuando no somos humildes no entramos en razón, somos como los animales. Dice Daniel 4:32-33 y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere. En la misma hora se cumplió la palabra sobre Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves. Se volvió como un animal por su soberbia, por no ser humilde. Siempre he visto y comparado que a veces somos como los burritos y creo que el burro se va a ofender porque él diría: “Bueno, pues yo porque soy animal. Dios no me dio inteligencia, pero ¿ustedes que los hizo a imagen de Dios?” A nosotros Dios nos dio sabiduría e inteligencia y estamos peor que un animal.

Nabucodonosor fue como una bestia y cuando no somos humildes somos así. Se dice que una de las cualidades del burro es que ve el peligro y se detiene y eso lo vimos con Balaam La mamá le dice al niño: “No hagas eso” le está diciendo: “Detente, no seas soberbio, te va a traer el mal” y ahí va el niño. Cuando Dios nos dice no hagas ese pecado de adulterio, no andes fornicando nosotros somos peor que el animalito. Dios nos dice que eso nos va a traer consecuencia y peligro y ahí seguimos. Cuando uno no es humilde no entra en razón y decimos: “No, yo estoy bien y no me digan nada.”

El no ser humildes trae consecuencias, tarde o temprano vamos a ser avergonzados y Dios nos va a quitar las cosas que él nos ha dado, nuestra salud, nuestro dinero, nuestro matrimonio, nuestros hijos.

¿Qué nos va a llevar a ser humildes? 

1. La aflicción

Deuteronomio 8:2 dice: Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. Dios los afligió para ver cómo estaba su corazón. Dios a veces nos pone en aflicción para que seamos humildes. A veces decimos: “Yo no sé por qué? Yo estoy bien, ganó almas, leo mi Biblia, oro…” pero ¿qué tal tu corazón? porque el orgullo está dentro de tu corazón y tarde o temprano va a salir y Dios va a decir: “Llevas veinte años de cristiano y sigues con tu soberbia y orgullo, te crees la mamá de los pollitos y te tengo que afligir para probar tu corazón.” Solamente de esta manera entendemos. Dios nos habla de una y otra manera y nosotros seguimos igual y no cambiamos. Muchos pasan una aflicción y dicen: “si es cierto, la regué” y le dan cuentas a Dios, pero otros dicen: “No, yo no hice nada malo” y ahí se quedan y luego viene otra aflicción más grande para quebrar su corazón, solo de esa manera Dios nos quiebra.

2. Reconocer nuestro error

Cuando fue el terremoto mucha gente se humilló delante de Dios, hasta se arrodillaban y pedían perdón a Dios pero a otra no le importó. Hay gente que a través de eso Dios quebró su corazón y fue salva. Necesitamos cambiar nuestro corazón. Tenemos que reconocer nuestro error. 2 Crónicas 12:5-8 dice: Entonces vino el profeta Semaías a Roboam y a los príncipes de Judá, que estaban reunidos en Jerusalén por causa de Sisac, y les dijo: Así ha dicho Jehová: Vosotros me habéis dejado, y yo también os he dejado en manos de Sisac. Y los príncipes de Israel y el rey se humillaron, y dijeron: Justo es Jehová. Y cuando Jehová vio que se habían humillado, vino palabra de Jehová a Semaías, diciendo: Se han humillado; no los destruiré; antes los salvaré en breve, y no se derramará mi ira contra Jerusalén por mano de Sisac. Pero serán sus siervos, para que sepan lo que es servirme a mí, y qué es servir a los reinos de las naciones. Dios lo afligió, pero tuvieron que reconocer, porque habían hecho cosas malas, habían ido tras los baales, y después se humillaron pero aun así Dios permitió que estuvieran en manos de otro rey. Cuando reconocemos nuestro error no quiere decir que no habrá consecuencias, a lo mejor Dios tenía una aflicción más grande sobre nosotros y Dios aminora el problema. Cuando David hizo el censo, pecó y Dios castigó a David y le dijo: “¿Qué quieres? ¿que caigas en manos de hombres o en manos mías?” Y David dijo que mejor en manos de Dios porque Dios es grande en misericordia.

Cuando Dios nos aflige quiere que nos humillemos y si en su gracia para la aflicción hay que darle la honra y si no también hay que darle la gloria y honra porque ya no iremos a condenación y él dará la salida a nuestro problema.

3. El ejemplo de Cristo

Él es el ejemplo perfecto. Dice la palabra de Dios en Mateo 11:29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; Tenemos que aprender de Cristo, no del pastor, ni de alguien más porque nadie es perfecto pero Cristo sí. Dice en Filipenses 2:4-8 “no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” El creador del cielo y la tierra, el que nos dio vida a nosotros vino a morar en un mundo lleno de pecado y maldad y vino a nacer en un pesebre y nosotros a veces nos sentimos superiores  y que merecemos más, él se humilló y sirvió, el creador, el Rey de reyes y Señor de señores vino a servir, él puso el ejemplo. Muchos jóvenes dicen: “Si hago esto pero ¿cuánto me vas a pagar?” Todavía que sus padres le están dando de comer, y aun así no quieren servir. El Señor Jesucristo sirvió sin recibir nada a cambio. Él sanó a paralíticos  y a ciegos y nunca dijo: págame. Lo hizo por amor. Esa es la manera que Dios quiere que sirvamos. Dice la palabra de Dios “sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” Él no tenía porqué morir pero lo hizo porque fue humilde. Seamos humildes delante de Dios, aprendamos de Cristo porque si no somos humildes Dios algún día nos va a avergonzar y quitar lo que tenemos.

Una vez ganando almas un hombre me dijo: “Yo no necesito de Dios ¿ves lo que tengo aquí? todo esto es gracias a mi fuerza y trabajo. Yo no necesito de Dios”. El hombre piensa que es gracias a su fuerza pero Dios se lo puede quitar. Al hombre más sabio, Salomón, Dios le quitó la sabiduría y riqueza, Todo lo que él hizo se lo llevó otro rey por eso dice el dicho “nadie sabe para quién trabaja”. Si tu dices: “Yo tengo mi negocio…” Dios te lo dio y él te lo puede quitar.

¿Qué tenemos que hacer para ser humilde? 

1. Soportarnos

Efesios 4:2 dice: con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, Debemos de soportarnos. Jesucristo nos soportó y nos sigue soportando todavía nuestros pecados nuestros berrinches, nuestras quejas, él es paciente, su misericordia cada día es nueva, cada día pecamos. Soporta a tu esposa, a tu esposo. Para ser humildes tenemos que soportarnos con amor. Amán no soportaba a Mardoqueo pero por cuanto no lo soportó, Dios lo puso en vergüenza. 

Filipenses 2:3 dice: Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; Para ser humildes debemos soportarnos y no ser contenciosos, no ser peleoneros. Si alguien está gritando a veces dan ganas de darle su estate quieto pero hay que soportar y a veces hay que callarse, y cómo nos cuesta trabajo pero tenemos que soportarnos y no pelearnos. ¿Cómo vamos a tener el control de no estar peleando? “estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo” Decir: Tu eres mejor que yo. Pero a veces decimos: “¿No sabes quien soy yo? Tú no me digas nada, que me diga el pastor tú no.” 

Los hijos se ponen exigentes con los papás porque no los ven como superiores por eso dice la palabra de Dios que los jóvenes estén sumisos a los ancianos aunque tengas un mejor puesto que la otra persona debes de ser sumiso. El señor Jesucristo es el ejemplo perfecto, Dios mismo encarnado pero él soportó los latigazos, las escupidas, cuando le pusieron la corona de espinas y todavía el estar en la cruz del calvario y no fue contencioso sino que dijo: “Perdónalos porque no saben lo que hacen.”

2. No vengarnos

A veces hay pleito porque no hay humildad. Dice Romanos 12:16-19 Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Si alguien te dijo algo, te criticó, lo humilló, tienes que ser humilde, soportar, a veces no decir nada, Jesús se quedó callado y no se vengó, pudo haber mandado ángeles para castigar a esos soldados pero no lo hizo, él lo dejó en las manos de su padre. No te vengues, arregla cuentas y déjalo en las manos de Dios. El ser humildes nos va a mantener que no seamos vengativos.

3. Evitar el orgullo

Dice 2 Corintios 12:6-10 “Sin embargo, si quisiera gloriarme, no sería insensato, porque diría la verdad; pero lo dejo, para que nadie piense de mí más de lo que en mí ve, u oye de mí. Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. Pablo ¿tenía de que engrandecerse? Si. Él era hebreo de hebreos, estuvo a los pies de Gamaliel, era una persona bien estudiada pero Dios puso un aguijón en su carne para mantenerlo humilde. A veces Dios pone aguijones en tu vida para que te mantengas humilde. Todos tenemos un aguijón y le pedimos a Dios que nos lo quite pero él dice: “Si así eres soberbio y si te lo quito te vas a sentir mejor que Moisés.” Pablo dijo: Todo lo tengo por basura. Lo que él sabía no importaba. Tengamos este pensamiento: No somos nada delante de Dios. Somos como un trapo de inmundicia. Si eres soberbio Dios te va a poner un aguijón.

Bendiciones que nos trae el ser humildes

1. Honor

Una de las bendiciones cuando somos humildes es que Dios nos va a dar honor. Dice 1 Reyes 3:11-12 “Y le dijo Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oír juicio, he aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú.” Salomón pidió sabiduría y no le pidió riquezas. Hay que ser humildes. Cuando tú eres humilde Dios te va a honrar como honró a Salomón y cuando lo haga sigue manteniendote humilde porque cuando Salomón no se mantuvo humilde Dios le quitó todo.

2. Riquezas

Cuando somos humildes Dios nos va dar riquezas. Él dice: “Sé humilde y yo me encargo de lo demás”. Proverbios 22:4 Riquezas, honra y vida Son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová. Al que se humilla Dios lo va a exaltar a su tiempo. A veces queremos ya ser famosos y más ahora con los youtubers y los niños quieren ser eso para ser famosos. Dios se encarga. Mantente humilde y él se encarga, al tiempo de Dios. Queremos recompensas luego luego, la recompensa es al tiempo de Dios.

3. Victoria

Cuando no somos humildes no vamos a tener victoria. El ser soberbio es un pecado y cuando hacemos un pecado no vamos a prosperar no vamos a tener victoria. Dios les había dicho a Josué que no tomaran del anatema, pero Acán tomó y por cuanto hizo eso, Dios permitió que fueran vencidos por un pueblo que se llamaba Hai y Dios le dijo en Josué 7:11 Israel ha pecado, y aun han quebrantado mi pacto que yo les mandé; y también han tomado del anatema, y hasta han hurtado, han mentido, y aun lo han guardado entre sus enseres. Dios ya sabía que Acán había tomado del anatema y por eso no hubo victorias y Dios dijo quita el anatema, o sea quita el pecado. Y en el versículo 21 dice “Pues vi entre los despojos un manto babilónico muy bueno, y doscientos siclos de plata, y un lingote de oro de peso de cincuenta siclos, lo cual codicié y tomé; y he aquí que está escondido bajo tierra en medio de mi tienda, y el dinero debajo de ello” Acán reconoció su pecado. La soberbia o el orgullo no se puede ver porque está dentro del corazón y Dios dice que quitemos ese pecado y a veces decimos: ¿Por qué tengo problemas en el matrimonio, con mi salud y problemas económicos y no tengo victoria? pero Dios dice que quitemos nuestro pecado, que nos arrepintamos y para quitar el pecado tenemos que ser humildes, reconocer nuestro pecado. Acán lo reconoció pero le fue mal. No porque te arrepientas ya la libraste, Acán tuvo su consecuencia por causa del pecado. 

David pecó, se arrepintió pero tuvo sus consecuencia, su hijo murió. Para ser humildes tenemos que arrepentirnos de todo corazón y para ser salvos también tenemos que reconocer que hemos pecado y aceptar a Cristo en nuestro corazón.

Dice 2 Crónicas 7:13-14 “Si yo cerrare los cielos para que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare pestilencia a mi pueblo;  si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.” ¿Queremos tener victorias? Dejemos a un lado nuestro orgullo y vistámonos de humildad y Dios nos va a dar victoria en nuestro matrimonio, con nuestros hijos, en nuestra economía pero reconozcamos porque un soberbio no reconoce y el no ser humilde trae sus consecuencias.