La Idolatría de los Bienes Materiales

1 Corintios 10:1-6

1 “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar;

2 y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar,

3 y todos comieron el mismo alimento espiritual,

4 y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo.

5 Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto.

6 Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron.

Estaba leyendo esta carta a los corintios y el capítulo 9 habla acerca de los derechos de un apóstol. Pablo escribe a la iglesia de Corinto que el que predica el evangelio que viva del evangelio y comienza a hablar de temas de finanzas y se me hizo interesante este pasaje porque Pablo les comienza a recordar del pueblo de Israel que salió de Egipto hasta que entraron a la tierra prometida y dice el versículo 6 “Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron.

Corinto era una iglesia conocida como una iglesia carnal, que tenía mucha idolatría y Pablo en este pasaje hace énfasis en la idolatría, pero al principio comienza a hablar a cerca de una idolatría de no tanto de ídolos porque quizás nosotros ya no tenemos un altar en la casa, una imagen a la cual venerar, pero hay ciertas cosas que vamos creando en nuestro corazón, idolatría inmoral o económica y Pablo hace este énfasis y aclara que el pueblo de Israel cuando estuvo en el desierto codiciaron cosas malas.

Estamos en una generación donde estamos bombardeados que si no ganamos tanto dinero, que si no hacemos cosas no somos nada delante del mundo, y el mundo va metiendo esas ideas y vemos familias divorciadas y esa es la mentalidad que tiene el mundo y Pablo les habla a los hermanos y les dice que lo que Israel pasó sea ejemplo a nosotros y no hagamos lo mismo que ellos.

Números 11:1-4 dice: 

1 “Aconteció que el pueblo se quejó a oídos de Jehová; y lo oyó Jehová, y ardió su ira, y se encendió en ellos fuego de Jehová, y consumió uno de los extremos del campamento.

2 Entonces el pueblo clamó a Moisés, y Moisés oró a Jehová, y el fuego se extinguió.

3 Y llamó a aquel lugar Tabera, porque el fuego de Jehová se encendió en ellos.

4 Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo, y los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne!”

Conocemos este pasaje, el pueblo de Israel es sacado de la tierra de Egipto y vio como Dios abrió el Mar Rojo, como la nube los cubrió y protegió, el fuego los calentaba en la noche y vemos que siempre se quejaba el pueblo, pero antes vemos que dice: “Y la gente extranjera que se mezcló con ellos…” El primer paso para que caigamos en la idolatría de los bienes materiales es juntarnos con personas que se quejan mucho. Cuidemos las pláticas que tenemos, lo que deseamos en nuestro corazón porque no sabemos con lo que está batallando un hermano, quizás está batallando emocionalmente y si nosotros vamos y le decimos “si yo tuviera esto…” Eso puede dañar a otras personas, pero si ponemos atención a esas personas nosotros podemos ser dañados. 

Esta gente empezó a quejarse y después los hijos de Israel comenzaron a llorar delante de Moisés “¡Quién nos diera a comer carne!” Antes de que comieran carne, ellos comían el maná. Éxodo 16:31 dice: Y la casa de Israel lo llamó Maná; y era como semilla de culantro, blanco, y su sabor como de hojuelas con miel. Y ellos se quejaron de lo que el Señor les había mandado. Tengamos cuidado de lo que escuchamos de otros hermanos “¿por qué no compraron otro piso más bueno?” y muchas veces las personas más quejosas son las que menos aportan a la obra del Señor.

Ellos comenzaron a poner sus ojos en lo que no tenían y ellos dijeron en el versículo 5 Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos; Creo que ninguno de nosotros en nuestro sano juicio desearía comerse un ajo, y ve la petición que tuvo Israel , cosas que ni siquiera le hacían falta, y cuando ponemos nuestros ojos en lo que no tenemos vamos a pedir cosas que ni siquiera necesitamos. No tenía nada de malo que el pueblo se acercara y le dijera: “Sabes que Moisés se nos antoja la carne, ¿habrá la posibilidad de que Dios nos dé carne?” Yo creo que con esa actitud Dios les hubiera dado. Pero ellos pusieron en primer lugar cosas que no tuvieron y se olvidaron de lo que pasaron, y nosotros somos muy fáciles de olvidar cuando ponemos nuestros ojos en aquello que quizás no necesitamos.

Pero cuando estamos tan enfocados en quiero esto y esto nos olvidamos de las bendiciones que Dios nos ha dado, de lo misericordioso que es Dios.

Siempre una persona que no es agradecida va a querer más y nunca va a estar contenta. El pueblo de Israel en vez de estar agradecido con Dios por el maná y ver como su calzado no se desgastaba, pero el pueblo por ser malagradecido, pedía cosas solo por pedir.

Quiero que analicemos en nuestro corazón aquellas peticiones por las cuales estamos rogando al Señor. No tiene nada de malo quizás pedir por una casa o trabajo, no tiene nada de malo pedir por cosas materiales, pero ¿con qué corazón estamos pidiendo? porque este pueblo lo hacía con un corazón de retar a Dios y muchas veces también somos así y si no aprendemos a depender totalmente va a ser muy difícil que Dios nos use.

Las consecuencias por idolatrar a los bienes materiales es que vamos a tener afán. Nunca vamos a estar llenos. Dice Números 11:31-32 Y vino un viento de Jehová, y trajo codornices del mar, y las dejó sobre el campamento, un día de camino a un lado, y un día de camino al otro, alrededor del campamento, y casi dos codos sobre la faz de la tierra. Entonces el pueblo estuvo levantado todo aquel día y toda la noche, y todo el día siguiente, y recogieron codornices; el que menos, recogió diez montones; y las tendieron para sí a lo largo alrededor del campamento. Ellos pidieron carne y no era por hambre sino por antojo por así decirlo y vemos como todo un día y toda una noche y el día siguiente se la pasan recogiendo y el que menos recogió, el que no le echó ganas recogió diez montones y a pesar de que el Señor ya les había contestado se afanaron y acapararon.

Ese es el problema en cuanto a los bienes materiales nunca vamos a estar satisfechos. Somos como aquellas personas que se afanan, y el Señor les provee por su misericordia y gracia y quieren más.

En Salmos 73 vemos como Asaf veía a las personas malas siendo prosperadas “Ciertamente es bueno Dios para con Israel, Para con los limpios de corazón. En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; Por poco resbalaron mis pasos. Porque tuve envidia de los arrogantes, Viendo la prosperidad de los impíos.” El afán va a producir envidia en nuestros corazones “¿por qué el Señor no me da una casa más grande?” “¿por qué no me da otro trabajo donde prospere más?” y eso va a producir envidia porque vamos a ver personas que están ganando bien, que tienen sus empresas, que no son salvas y vemos que ellos van generando y el hecho en que nos fijemos en otras personas o midamos la bendición de Dios en lo que tenemos es un grave error porque dice: Ciertamente es bueno Dios para con Israel,

Dice “Porque no tienen congojas por su muerte, Pues su vigor está entero. No pasan trabajos como los otros mortales, Ni son azotados como los demás hombres. Por tanto, la soberbia los corona; Se cubren de vestido de violencia.”

Vemos como Asaf pone sus ojos en esta personas y comienza a tener envidia.

1 Timoteo 6:6-10 dice:

6 “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento;

7 porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar.

8 Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.

9 Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición;

10 porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.”

Una de las consecuencias del pecado es que vamos arrastrando otras cosas. Si tenemos un deseo por tener cosas, vamos y nos endeudamos. Otras personas no piden prestado y van y roban y todo eso es por amor al dinero. Pablo le dice a Timoteo que enseñe que estén contentos con lo que tienen.

Las consecuencias de la idolatría de bienes materiales es que no vamos a ser fieles a Dios porque vamos a ver primeramente por nosotros y muchas veces tenemos necesidades y decimos: ¿Doy el diezmo o me compro zapatos? y nos quita que seamos fieles a Dios. y luego nos preguntamos “¿por qué el Señor no prospera en el negocio?” “¿Por qué no me suben de puesto?” Pero ¿realmente estamos siendo fieles a Dios en lo poco? El señor no nos va a confiar más si no somos fieles en lo poco, él quiere que demos pasos de fe para que el Señor nos pueda proveer más porque desde Génesis hasta Apocalipsis la batalla más grande que tiene el hombre es el afán, el querer tener más cosas que los demás.

¿Cómo podemos dejar de batallar con eso?

En primer lugar es ser agradecidos. Piensa lo bendecido que has sido por Dios. Quizás no tienes el carro del año, pero tienes una familia, puedes platicar con ellos, tu hijo no está perdido en el mundo.

Recordemos lo que el Señor hizo por nosotros. Pablo en 1 Corintios 9 se pone por ejemplo que él se hizo débil a los débiles, pero no lo hizo por vanagloria, sino que dice: Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él. Él reconocía y tenía en su mente esto: “Si Cristo fue capaz de dejar todo para yo poder tener la salvación, ¿Cuanto más yo puedo dejar para aportar a la obra misionera?”

Hagámonos copartícipes del evangelio, agradezcamos a Cristo, lo que él ha hecho por nosotros, él siendo Dios vino a hacerse esclavo, a hacerse siervo por amor a nosotros y por agradecimiento, le vamos a dar a Dios. Y siendo sinceros no somos capaces de darle el diezmo porque no estamos agradecidos en nuestro corazón. El diezmo es un mandamiento, pero también un acto de agradecimiento, revela que tanto estamos dispuesto a dar, de ser copartícipes del evangelio, tenemos que ser agradecidos con el Señor. 

Dice Habacuc 3:17 Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación. A pesar de que muchas veces no tenemos, pero el hecho de recordar que somos salvos, de lo que nos espera eso produce gozo, así estemos pasando por necesidades, seamos agradecidos con el Señor, aprendemos a depender de Dios.

Hagamos el compromiso delante del Señor, si sabemos que le estamos fallando, que si no estamos siendo generosos con lo que Dios nos ha dado y el año pasado no pudimos cumplir con la promesa, el Señor es misericordioso, y es bien bonito cuando Dios nos provee, cuando de una manera milagrosa nos da, y dice la Biblia que probemos a Dios y si tenemos ese pecado en nuestro corazón de desear cosas que no tenemos, pongamos los ojos en lo que el Señor nos ha dado y aprendamos a confiar a pesar de las dificultades.

Matreo 6:25 dice: “Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?” Muchas veces ponemos énfasis en cómo vestirnos, lo más importante es que tenemos vida, que estamos de pie y dice que no nos afanemos. Quitemos eso siendo agradecidos y poniendo nuestros ojos en lo que sí tenemos.

Dicen los versículos 28-30 Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?

Meditemos en nuestro corazón si hemos levantado un altar y quizás ya no es de una imagen, pero podemos hacer esos altares en nuestro corazón y podemos amar más a lo que no es Dios y ponerlo en primer lugar y nos quita de hacer cosas que sí tenemos que hacer.