Cuatro Cosas que Aprendí en el Altar Familiar
Pastor Arturo Muñoz

 

Transcripción

Deuteronomio 6:6-7
Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón;
y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.

Deuteronomio Capítulo 6 Versículo 6 y 7, Deuteronomio Capítulo 6 versículos 6 y 7. Quiero hablarles en esta noche de cuatro cosas que aprendí en el altar familiar, ¡cuatro cosas que aprendí en el altar familiar!; y hay muchas cosas que podemos aprender, pero simplemente quiero darles cuatro.

Vamos a leer acá, Deuteronomio capítulo 6. ¡Amén! Deuteronomio capítulo 6. Si ya lo encontraron digan ¡amén! -¡Amén, ¡amén!-. Todos juntos vamos a leer aquí. ¡Amén! Todos juntos. Vamos a leer aquí Deuteronomio 6, versículos 6 y 7; dice: “y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón y las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en tu casa y andando por el camino y al acostarte y cuando te levantes”.

Quiero hablarles de cuatro cosas que aprendí en el altar familiar. El altar familiar es algo que nos debemos como cristianos; deberíamos de tener en nuestras casas, en nuestros hogares. Dice la palabra de Dios, acá en el versículo 6, dice: “y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón” y lo dice: “y las vas a repetir, las repetirás“. Y repetir quiere decir una y otra vez, no solamente las vas a mencionar. Pero dice la Biblia: vas a constantemente repetir, lo que yo te estoy mandando y lo que yo te estoy ordenando y lo vas a repetir a tus hijos. ¿Por qué?, porque Dios quiere que nosotros tengamos una generación después de nosotros que se acerque al Señor, que aprenda las cosas de Dios. Y dice: “y hablarás de ellas estando en tu casa“. Dice ahí: cuando estés ahí en tu casa con tus hijos, vas a hablar de la Biblia; y lo dice: “y cuando andes por el camino, vas a hablar de la Biblia, vas a comunicar a tus hijos, vas a repetir todas éstas cosas a ellos” y lo dice: “y cuando andes en el camino y al acostarte“. De tal manera que ahí en la noche, cuando estés con tus hijos vas a repetir la Palabra del Señor, vas a recordarles lo que yo he mandado. Lo dice: “cuando te levantes“. De tal manera que Dios está haciendo un hincapié muy importante en la palabra de Dios. Y ahí arribita dice, en Versículo 5: “y amarás a Jehová, tu dios, de todo tu corazón y de toda tu alma. Y con todas tus fuerzas“. De tal manera que Dios quiere que nosotros comprendamos y aprendamos a amar a Dios sobre todas las cosas y ciertamente seguir sus mandamientos y compartir todo esto con nuestros hijos. De tal manera que hay algunas cosas que Dios quiere para nuestras vidas. Dios quiere que vengamos a la Iglesia, Dios quiere que cantemos himnos al señor aquí en la Iglesia, Dios quiere ciertamente que vayamos y evangelicemos. Pero, dice también “¿de qué va a servir si ganamos a nuestra casa, nuestra Iglesia y perdemos nuestra casa?”. Dice ahí en Timoteo, que primero nos debemos de asegurar, que hemos ganado nuestra casa; que el papá, está asegurándose que sus hijos están en amonestación y en su gestión, y la esposa de la misma manera.

El altar familiar es algo muy importante. Creciendo en nuestra casa recuerdo que cuando nosotros teníamos el altar familiar, lo teníamos todos los días. Nos sentábamos, ahí a la mesa de la casa en el comedor y nos sentábamos y empezábamos a leer la Biblia. Ahí había algunas ocasiones en las que cada uno de nosotros leía un versículo, había otras ocasiones en donde leíamos cinco versículos, ¡cinco versículos, cinco versículos, cinco versículos! Y empezábamos a dar la vuelta ahí. Y había un tiempo en donde teníamos que reunirnos, por supuesto, para poder tener ese altar familiar. Normalmente ese altar familiar lo teníamos en la noche, en una ocasión recuerdo que mi hermana Aglaeé no quería, ¡no quería! A Aglaeé no le gustaba mucho el altar familiar y lo demostraba con pucheros, lo demostraba haciendo berrinche, lo demostraba llegando y leyendo, así de mala gana. Ahora ya es completamente diferente. Pero recuerdo una ocasión que ella se acerca ahí a la mesa y empezamos ahí a tener el altar familiar y ella ahí haciendo berrinche, no muy bien queriendo tener el altar familiar. Yo creo que ella tendría unos, quizás, unos 10 años ó 9 años mi hermana Aglaeé, a lo mejor 8 ó 7 años. Y cuando estamos leyendo ahí en la Biblia, que le pica un alacrán en la patita. ¡Verdad!, que está media enojada con el Señor y bueno, desde ahí ya siempre gustó de leer la Biblia. Pongan un alacrán ahí y si el hijo no quiere leer la Biblia, a lo mejor eso va a servir. Pero fueron momentos, ¡fueron momentos que trajeron e hicieron una memoria! Fueron momentos en dónde aprendí algunas cosas y yo creo que es muy importante y ahorita voy a verlo con el último punto.

Pero, ¿por qué será tan importante? y es muy importante yo aprendí algunas cosas, pero la primer cosa que ahí aprendí, simplemente fue unidad. ¡Fue unidad! De simplemente reunirnos, tener un momento, un tiempo. ¡Qué bendición es cuando nos podemos levantar en la mañana y todos juntos desayunar y poder tener un tiempo y el papá, la mamá, los hijos y desayunar!

El día miércoles tuvimos, fuimos a la Sierra. El hermano Luis Hernández se quedó aquí con nosotros, en la casa. Al siguiente día vino y enseñó, pero antes de venir aquí a la Iglesia; normalmente venimos a las ocho de la mañana, pero llegamos a las nueve ese día, porque a las ocho de la mañana desayunamos. Hicimos, perdón yo no hice nada, pero hicimos ahí hot cakes y compramos leche, y compramos lechera y compramos, bueno ya teníamos miel, y teníamos mermelada y teníamos maple y teníamos otras cosas que ya ni me acuerdo más. Y uno se lo echa y se harta de azúcar ¡amén!; por eso estamos tan diabéticos todos, pero bueno. Es bonito reunirnos y poder comer ahí con la familia y ¡qué bueno que podemos comer el pan material! Pero mucho que mejor es comer el pan espiritual con la familia; es un tiempo de reunión, es un tiempo donde podemos estar unidos y en la Biblia nos declara la importancia de esta unidad.

1. Me enseñó unidad — a estar unidos como familia.

Hechos Capítulo 1 versículo 14, Hechos Capítulo 1 y acá hay varios versículos. Pero, Hechos capítulo 1 en el Versículo 14 dice: “todos estos perseveraban unánimes en la oración y luego con las mujeres y con María, la madre de Jesús y con sus hermanos” dice: “perseveraban unánimes “ ¿en qué?, en oración . De tal manera que es un tiempo de unidad, es un tiempo de unanimidad, es un tiempo de reunirnos y ¡poder orar! y poder orar. Y ¡qué hermoso que podemos tener ahí peticiones de oración!; y decir a ver qué petición tienes. Y de repente recuerdo ahí a Elimelec: “pues a mí me gustaría ir a Disneylandia”. Y estamos orando hace años porque queríamos ir a Disneylandia. Y Elimelec tenía como 5 años, yo tenía 14 años, el tenía como 4 ó 3 años. 3 años tenía mi hermano y estaba orando para ir a Disneylandia; se le hizo ¿verdad? ni se acuerda de nada a los tres años, pero se nos hizo poder ir allá a Disneylandia. Recuerdo que estaba orando por una patineta, ¿sí, verdad? estabas orando por una patineta, -no, una avalancha- ¡una avalancha, una avalancha! Y ahí en la oración con la familia ¿tienen alguna oración? y Elimelec levantaba la mano y diciendo, yo quiero que oremos por una avalancha… y bueno pudo robarse una del vecino ¡Gloria al Señor, amén! – ¡gloria al señor, amén!-. Pero podemos nosotros orar y podemos reunirnos en unidad y orar. Y dice acá: ” perseveraban unánimes en oración” y ruego y podemos orar por la familia. Podemos orar. Orar: ¡mañana tengo un examen!, y la familia puede saber. A lo mejor hay un amiguito ahí en la escuela por el cual se necesita orar, orar por los misioneros, orar por la gente de la Iglesia, los hermanos en la Iglesia, orar por necesidades, orar ahí en la casa por las finanzas, orar ahí en la casa porque Dios provea y Dios nos ayude y podamos compartir el Evangelio.

Pero, es un tiempo de unidad, dice Filipenses Capítulo 2 en el Versículo 2, Filipense Capítulo 2 versículo 2: “completad mi gozo sintiendo lo mismo“, dice: “teniendo el mismo amor unánimes, sintiendo una misma cosa“. Y debemos tener un mismo amor, ¡un mismo amor por las almas, un mismo amor por el Señor, un mismo amor por la Iglesia, un mismo amor por su Palabra! Y durante el tiempo de oración y durante el tiempo de altar familiar podemos nosotros tener eso. Podemos reunirnos y en unidad estar unánimes en oración, en unidad teniendo un mismo amor, teniendo una misma cosa; es un tiempo de unidad. ¿A ver, qué dice Romanos Capítulo 15 en el versículo 6? Romanos Capítulo 15, Versículo 6, Romanos 15:6, “para que unánimes a una voz glorifiquéis a Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo” ¡Gloria al Señor!, podemos venir aquí a la Iglesia y con una sola voz podemos cantar y alabar al Señor. Pero, ¿por qué no cantar allá en nuestro hogar? Cuando allá en la casa se escuchan otras muchas cosas. Podemos también nosotros cantar al Señor. Podemos glorificar al Señor, podemos, a lo mejor aquí le da pena a algún hermano, a alguna hermana, porque cantan verdad que… iba a decir cómo le dice el hermano Javier a Joel: “Joel cantas como sapo, pero ¡qué bueno que le cantas al Señor!”. ¡Amén! Hay que cantar al Señor y en el hogar podemos, no nos escucha nadie más, podemos afinarnos un poquito, podemos practicar un poquito, podemos nosotros cantar en unidad; unánimes a una voz, que glorifiquemos a Dios.

De tal manera que el altar familiar me enseñó eso. Me enseñó a estar unidos como familia. Nos juntamos como familia. Unidad en leer la Biblia, unidad en cantar a Dios, unidad en oración. Orando por las necesidades y orando por los misioneros y estando ahí juntos, en unidad aprendiendo versículos de memoria.

El versículo que ahorita leímos Deuteronomio Capítulo 6 Versículo 6. Vamos a regresar, Deuteronomio Capítulo 6 Versículo 6. Dice ahí: ” y estas palabras que yo te mando hoy estarán sobre tu corazón y las repetirás” Dice la Biblia repite una y otra vez, una y otra vez. Y muchas veces son esas palabras las que entran ahí en nuestro corazón y las que se quedan en nuestro corazón que cuando viene la tentación. Cuando viene el pecado podemos y pueden nuestros hijos sobrellevar y no meterse en pecado por causa de que pudieron memorizar la Palabra del Señor. Ven lo que dice en Salmos Capítulo 119, Versículo 11, Salmos Capítulo 199, Versículo 11 dice: “en mi corazón, he guardado tus dichos, ¿para qué? Para no pecar contra ti“. Vean lo que dice el versículo 9, Salmos capítulo 199 en el versículo 9: “¿con que limpiará el joven su camino?, con guardar tu Palabra” Me enseñó unidad. Unidad al leer la Biblia juntos, unidad a cantar juntos, unidad a orar juntos, unidad a aprender versículos de memoria juntos.

2. Me enseñó que somos Cristianos todos los días — y debo de vivir para Dios todos los días.

¿Qué más me enseñó aquí el altar familiar? A que el ser cristianos no sólo es el día domingo, sino todos los días. Eso es lo que me enseñó. Que el ser cristianos no solamente es el día domingo, no solamente es ponerme mi trajecito de cristiano, sino que simplemente es todos los días. De tal manera que el altar familiar, cuando estamos leyendo la Biblia en la casa, estamos diciéndole a nuestros hijos: “¿sabes qué? es importante ir a la Iglesia, es importante abrir la Biblia, es importante tener compañerismo y nuestros mejores amigos deberían de estar aquí en la Iglesia y todo eso es importante, pero ¡qué mejor, aquí en nuestra casa adoramos al Señor y caminamos con el Señor y alabamos al Señor!”. Y el ser cristianos es todos los días y podemos nosotros aquí limpiar un poquito nuestra casa, limpiar nuestras vidas, caminando con el Señor, todos los días y ¡Gloria al Señor, qué podemos nosotros no solamente ser cristianos el domingo, sino todos los días!

Josué Capítulo 24 el Versículo, ahí adelantito Josué 24 en el Versículo 15 dice la Biblia: “y si malos parecen servir a Jehová, escogeos a quien sirváis, si a los dioses de los Amorreos, si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres cuando estuvieron al otro lado del río o a los dioses de los Amorreos, en cuya tierra habitáis y Josué dice ‘pero yo y mi casa serviremos a Jehová’”, “yo y mi casa serviremos a Jehová“. Nos ayuda a caminar con Dios, junto con nuestra familia, nos ayuda a caminar con Dios, con nuestra familia.

El altar familiar nos enseña que podemos ser cristianos todos los días y que debemos de ser cristianos todos los días. No solamente eso, pero debemos de servir a Jehová también en la casa, por eso ahí en Josué 24:15 dice: “serviremos a Jehová, yo y mi casa, vamos a servir a Jehová” y ¡Gloria al Señor que podemos servir a Jehová, viniendo a la Iglesia! Pero, ¿por qué no servir a Jehová en la casa?, ¿cómo podemos servir a Jehová en la casa? Bueno, yo creo que simplemente cuando tenemos una mentalidad de que también aquí en la casa somos cristianos nos ayuda un poquito. El altar familiar nos recuerda que somos cristianos también en la casa. El altar familiar nos debe de ayudar en eso, en servir a Jehová no solamente en la Iglesia, pero en la casa.

Una de las cosas que tienen los musulmanes, son los Cinco Pilares de la fe; y estos Cinco Pilares es algo que no solamente, no solamente es algo que hacen cuando van a una mezquita, sino es algo que se ha metido muy bien entre sus raíces, entre sus creencias, los ha absorbido tanto que muchos, la mayoría de los musulmanes, son musulmanes y no dejan de ser musulmanes. Han entrado al Islam y continúan estando en el Islam, ¿por qué? porque, su entrecomillas ‘fe’, que no es en la misma fe que nosotros tenemos en Dios. Pero su fe le ha inculcado servir a su Dios, Alá, no solamente allá en la mezquita, pero en la vida diaria. El primer pilar que ellos tienen es la Profesión de fe, es la profesión de fe de decir a Mahoma: Alá es el dios y Mahoma su profeta. Cuando ellos dicen eso, en ese momento ellos se conviertan al Islam, yo ya lo dije, ¿qué habrá pasado, verdad? Pero, en el momento que dicen eso los papás agarran al bebé, en el mismo momento en que nace ese bebé y le empiezan a decir en el oído ‘la profesión de fe’ y le empiezan a decir: “Alá es el dios y Mahoma su profeta”. Al siguiente día: “Alá es el dios y Mahoma su profeta”, al siguiente día: “Alá es el dios y Mahoma su profeta”, al siguiente día “Alá es el dios y Mahoma su profeta”. Hasta que a la edad en la que ellos pueden decirlo de corazón; y hacen una fiesta y ahí está el niño de 7, 8 ó 9 años y pasa al frente y dice: “Alá es el Dios y Mahoma su profeta”. ¿Por qué? lo ha escuchado todo los días de su vida, pero hacen esa ‘Profesión de Fe’. ¡Qué tremendo será que nosotros habláramos a nuestros hijos y les dijéramos de la misma manera!: “Jehová es el Dios y Jesús el Salvador” ¡Amén!-¡Amén!- “Jehová es el Dios y Jesús el Salvador”, “Jehová es el Dios y Jesús el Salvador”; y repetirlo y decirlo una y otra vez: “Jehová es el dios y Jesús el Salvador”. Una y otra vez: “Jehová es el dios y Jesús su Salvador”.

El segundo pilar es la oración y no es la oración en la Iglesia de: “vamos a la Iglesia y vamos a orar a la Iglesia”. Es la oración todos los días y no solamente es la oración todos los días, sino es la oración cinco veces al día. De tal manera que cuando está empezando a salir el sol, y ellos ya saben la hora y el momento en cuanto va a salir el sol. Ellos ya saben que en ese momento tienen que orar a Alá. La segunda ocasión es dos, tres horas después, cuando el sol no ha llegado ni hasta arriba, pero va ahí a dos cuartas partes o a una cuarta parte apenas y empiezan otra vez a orar a Alá. Y después, cuando el sol está a o más alto empiezan otra vez a orar a Alá y no solamente eso, oran hacía La Meca. La cuarta oración, cuando el sol está ahí a tres cuartas partes, todavía no se ha metido, no está en lo más alto, pero tres cuartas partes. Y la última oración, cuando el sol se pone rojo, en el ocaso, otra vez empiezan a orar. ¿Cómo se acordaron que son musulmanes?, ¿cómo se acordaran que están en una religión que está llevando a millones de personas al infierno; en el Islam? Simplemente porque están orando todos los días. Nosotros: “¡ay Señor! te pido por blablablabla, Jesús. Amén” Digo, somos cristianos, ¡amén!, y hacemos una oración pero así. A que por lo menos comiéramos cinco veces al día para orar a Dios y acordarnos que hay un Dios. Pero, nuestros hijos deben de saber que hay un dios y que no debemos solamente ser cristianos el día domingo. Pero, todos los días somos cristianos y el altar familiar nos ayuda en eso. El tener un devocional, el leer la Biblia todos los días, ¡todos los días Jehová es el Dios y Jesús el Salvador!, sería tremendo ¡amén!

El tercer pilar es la ayuda a los pobres, una vez al año, apartan una cuarenteava parte de sus ahorros. Si ahorraron 1000 pesos, dan 25 pesos a los pobres. Si ahorraron 40 mil pesos, dan mil pesos a la gente necesitada; si no pudieron ahorrar nada, entonces ellos reciben el dinero, ¡amén! Pero están ahí pensando: “voy a ahorrar, voy a ahorrar, voy a ahorrar porque tengo que dar una vez al año 2.5 % de mis ahorros a la gente necesitada” Y nosotros lo menos que queremos pensar es en el diezmo, ¡amén!; “¡No el diezmo señor!, ¡no!, me voy a quedar pobre”. Pero eso es algo más que hacen.

El cuarto pilar de la fe musulmana es el ayuno, durante el mes de Ramadán. De tal manera que todo el mes, más o menos ahí en el mes de octubre, todo el mes ayunan. 30 días, comienza ¿verdad?, empieza a salir el sol, empiezan con la oración, de… tiene un nombre específico esa oración. Empieza el cuate allá en la mezquita a cantar “uh, ah ¡Alá!” y por toda la ciudad se escucha. Y se despierta: “la oración, la oración”; todo el mundo árabe haciendo esa oración, y desde ese momento hasta la última oración de la noche, hay ayuno. ¡Uh! pero cuando termina la quinta oración, le entran al borreguito, y ¿cómo se llama aquí? a la barbacoa, y agarran unos platotes así con comida, casi, casi comida de tacos de La Oriental y todos le entran al mismo tiempo, y hay unidad. ¿Cómo, cómo puede ser que ellos tienen tanta fe en su dios y a veces a nosotros nos faltan? Porque están haciendo algo todos los días. Y ese ayuno de 30 días, ¿qué estaban pensando durante el día? están pensando: “¡oh estoy en ayuno!, no puedo comer, ni beber agua, nada” y les ofreces agua, no toman agua; ¿por qué? porque están en ayuno, están a aquí pensando: “ahorita mismo este ayuno es para mi dios Alá”. Y nosotros pasan todos los días, ni nos acordamos en Dios. Llega el día domingo: -“¡ay! hoy es día domingo, tengo que ir a la Iglesia, bueno… pues… pues vamos…” Viene el niñito: -“¡papá! ¿Vamos a ir a la Iglesia?” -“Pues sí, hoy”. Buscamos toda excusa, pero no hay nada, no nos invito la suegra, no nos invito la mamá, no hay fútbol con los cuates, ayer compramos la despensa… bueno pues tenemos que ir a la Iglesia; nos acordamos en Dios. Pero si algo me ayudo el altar familiar es que somos cristianos todos los días y debemos vivir una vida para Dios todos los días, no solamente el día domingo.

El quinto pilar de la fe de los musulmanes es la peregrinación a La Meca. Todo musulmán quiere ir a la Meca y cuando finalmente el joven alcanza a ahorrar y ahorro dinero. Van desde Sudamérica, ahí en Argentina, otros van desde México, otros van desde Europa, otros van desde allá la India; pero todo musulmán tiene un objetivo: un día ir a La Meca. Y están pensando, no solamente lo piensan. Por ejemplo, ahorita estamos mencionando: “hermanos vamos a ir a Israel en 2015, ¡Amén!, vamos a ir a Israel” La última vez que nos acordamos fue hace como seis meses que lo mencioné, ¿verdad?-“¡ah sí!, ¿verdad? vamos a ir”. Pero un musulmán no. Un musulmán dice: “yo quiero un día ir a La Meca”, y al siguiente día: “un día yo quiero ir a La Meca” y al siguiente día “un día yo quiero ir a La Meca” y al siguiente “un día yo quiero ir a La Meca”. Y van a La Meca, porque van, porque es parte de su fe.

Parte de nuestra fe, Dios dice: “mira hay un Dios, una fe, un bautismo; tienes una familia donde te tienes que congregar, leer la Biblia y repetir todo esto”. ¿¡Ay señor, es tan difícil la vida cristiana Señor!?, ¿verdad? “¡ay Señor que tan…!” ¡Hermanos! nada más es una reunión de 5 ó 10 minutos para leer la Biblia, ¡nada más! Les voy a poner esta tarea, vamos a vivir una vida de musulmanes toda esta semana. A ver, ¿qué le parece, verdad?, nos vamos a vestir de pies a cabeza como musulmanes, les vamos a hacer nada más unos hoyitos a la mujeres para que vean a través del velo. Van a hacer su oración donde sea que les toque, a la hora que les toque van a poner su tapetito y van a hacer su oración, ahí a las 6 de la mañana, y luego ahí como a las 8 ó 9 de la mañana, y luego ahí a la 1 ó 2 de la tarde, y luego 4 ó 5 de la tarde y al final a las 7 de la noche. Donde sea, vamos a orar y a ver qué les parece. -“¡Pastor!” –“¿qué quiere hermano?” –“quiero ser musulmán” No me vaya a llegar con esa noticia ¡amén! -¡amén!-. No quiero escuchar esa noticia. Pero, ¿¡por qué!?, porque esa tradición que ellos tienen les ayuda a ellos a recordar que hay un dios y nosotros deberíamos de tener esta tradición. Que no solamente debería de ser tradición por sí, pero un buen hábito de leer la Biblia con nuestra familia todos los días.

Número dos, ¿qué aprendí del altar familiar? Número dos, que el ser cristiano es todos los días, no solamente el día domingo.

3. Me enseñó la importancia de caminar con Dios

Número tres, ¿a qué me ayudó?, ¿qué aprendí del altar familiar? La importancia de caminar con el Señor. La importancia, número tres, la importancia de caminar con el Señor. Tenemos que caminar con el Señor todos los días. Vamos a ir allá a Génesis; dice la Palabra del Señor, Génesis capítulo 5, ¡Génesis Capítulo 5 en el Versículo 22!, Génesis 5:22 dice: ” y caminó Enoc con Dios después que engendró a Matusalén 300 años y engendró hijos e hijas” y lo dice en Versículo 24: “camino pues Enoc con Dios y despareció porque le llevo Dios” Enoc, dice la Biblia que se la pasaba caminando con Dios; tenía una relación, una amistad, tenía ahí algo hermoso que él sentía cuando él estaba ahí con Dios. En la mañana leímos acerca de Abraham; de cómo Abraham estuvo hablando con el Señor y de cómo el señor le dijo a Abraham “mira Abraham, yo sé que allá en Génesis 18 y 19” le dice: “porque yo sé que mandará a su casa después de sí” Y él está diciendo: “¿por qué no le voy a decir a Abraham estas cosas sí es mi amigo?, es mi cuate”. Era Abraham, cuate del Señor, era amigo de Dios. Y Dios le reveló algo a Abraham y no se lo reveló allá a Lot, hasta que ya fue el mero día; pero con Abraham le dijo: “Abraham eso es lo que yo voy a hacer allá con Sodoma y con Gomorra. Los voy a destruir” y Abraham empezó ahí a hablar con Dios y caminaba con Dios y le dijo: -“Señor ¿qué tal si hay diez?” y dijo Dios: -“si hay diez justos, no voy a destruirla” Pero ni aun 10 justos hubo. Abraham caminaba con Dios.

Y hermanos el altar familiar no solamente nos ayuda a recordar que debemos de ser cristianos todos los días, pero al estar leyendo la Biblia y al estar orando con el Señor, nos puede, de esa manera influir en la vida de nuestros hijos para que ellos sepan que hay un Dios; que no solamente es un Dios del domingo, sino es un Dios en el que pueden orar todos los días. Es un Dios en donde podemos caminar y no debe de ser el altar familiar el devocional ahí con la familia algo aburrido. El papá no debe de decir, “pues hijos ya llegó el momento que vamos a leer la Biblia, todos lloren al mismo tiempo, ¡bu, bu bu!”; ¡No! este sino, debería de ser “okay, ya acabamos de cenar, vamos a sentarnos porque hay un Dios en el Cielo y vamos a leer lo que él nos dice y vamos, a lo mejor, a entonar un corito, vamos a hacer una oración, vamos a memorizar un versículo de memoria, pero eso me recuerda a poder caminar con el Señor, a estar en una constante comunicación con el Señor”.

Ahora, nuestros hijos deberían de leer la Biblia, ya tienen 8 ó 9 ó 10 años; ellos deberían levantarse en la mañana, deberían de ponerse la alarma y levantarse, tener responsabilidades y una de sus responsabilidades: leer la Biblia. Ya nuestros hijos ya deben de hacer eso, pero llegan los hijos y tienen 18 años, se están convirtiendo hijos ‘ninis’, que ni estudian ni trabajan, ni sirven para nada y ni siquiera han tocado la Biblia ahí en su casa. Y a veces algunos ni tienen Biblia y ¿por qué? porque no han aprendido caminar con el Señor. Nuestros hijos necesitan aprender a caminar con el Señor y una manera que ellos puedan a caminar con el Señor es cuando papá, mamá, los tres 4, 5, ‘chilpallates’ que Dios les haya dado se sientan y tienen un momento para leer la Biblia. Nos ayuda a caminar con el Señor. Influye en nuestra vida.

 4. Me enseñó a temer a Dios

Y número cuatro, ¿qué más aprendí del altar familiar? Número cuatro, y esta es la más importante: a temer a dios. Temer a Dios. Vean lo que dice Deuteronomio Capítulo 6, Versículo 1 y 2. Deuteronomio Capítulo 6, Versículo 1 y 2. Dice la Biblia: “estos pues, son los mandamientos, estatutos y decretos, que Jehová vuestro Dios mando, que os enseñasen, para que los pongáis por obra en la tierra por la cual pasáis vosotros para tomarla, para que temáis.” Dice ahí: “para que temas a Jehová, tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, ¿tú y quién más? tu hijo y ¿quién más? y el hijo de tu hijo. Todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados”, y lo dice: “oye pues, ¡oh Israel!, y pueda ponerlos por obra para que te vaya bien en la Tierra que fluye leche y miel y os multipliqué, ¡cómo te ha dicho Jehová!, el dios de tus padres, oye Israel, Jehová nuestro dios, Jehová uno es. Y amará a Jehová tu dios de todo tu corazón y de toda tu alma y con todas tus fuerzas y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón” y lo dice: “las repetirás y las repetirás y las repetirás“. Todo eso, ¿para qué?, para que temas a Jehová tu Dios. Y si algo necesitan estos jóvenes, hoy en día es que ellos teman a Dios. Y si algo necesitamos nosotros como papás, es más temor a Dios. Si algo necesitamos para que nuestros hijos empiecen a reconocer que hay un Dios en el Cielo y que no solamente digan “bueno hay Dios el domingo”, pero también que sepan que hay Dios el lunes, hay Dios el martes, hay Dios el miércoles, hay Dios el jueves, el viernes, el sábado y llegando otra vez el domingo; es teniendo un altar familiar. El altar familiar nos enseña a temer a Dios, ¿cuántos jóvenes hoy en día?, yo creo que han fracasado en sus vida porque nunca tuvieron un altar familiar, o por qué a lo mejor lo tuvieron 2, 3 ó 4 semanas, o algunos meses y después se nos olvidó. Debemos nosotros tener ahí un altar familiar, en dónde nos reunamos como familia, para que ellos puedan temer a Jehová, para que puedan saber y reconocer “hay un Dios en el cielo y si yo voy aquí”. Y como allá en el libro de Proverbios, la mujer ramera viendo desde el terrado en su casa, atrae al joven y le dice: “mira ven pa’ acá”. El joven le dice: “¿sabes qué?, no porque he estado leyendo mi Biblia, no voy a ir y no voy a caer ahí, en tu red. Porque desde que crecí alguien allá en mi hogar, en mi casa se puso los pantalones, o la falda, ¿verdad?, se puso los pantalones y nos sentamos y leímos la Biblia y la leímos completa una vez, y la leímos completa otra vez, y la leímos completa otra vez. Y aprendí y memoricé y canté y alabé y lloré y pude ver el amor de Dios en mi vida. Dios bendijo nuestra familia, Dios nos prosperó, yo aprendí a temer a Dios”. Nuestros hijos no están aprendiendo a temer a Dios, porque no vemos a Dios durante la semana. Debemos de ver a Dios durante la semana, todos los días. Lo que ven es pura televisión. Lo que ven es puro radio y pura música, puro desorden. Lo que ven es pura perversidad y lo que ven son puros pleitos y peleas, ven gritos y ven esto y aquello. ¡Nunca ven a Dios! El altar familiar ayuda a que ellos vean a Dios. Ayuda a que ellos digan “¡Guau a lo mejor si hay un Dios!” y que cuando están leyendo a lo mejor Dios les está hablando, y que cuando están reuniéndose “a lo mejor Dios es esto, el estar unidos, porque hemos estado últimamente bien desunidos”. Pero el altar nos ayuda, a que si estamos ahí medios peleados: “bueno pues vamos a leer la Biblia, a lo mejor Dios le habla a mi esposa” -¡amén!- “o a lo mejor Dios le habla al esposo “-¡amén!- “o a lo mejor Dios le habla a la hijita o al hijito”. Estaos ahí leyendo, en Primera Corintios: “nos unáis en yugo desigual“- “¿ya oíste Carmen?”; ¿nadie se llama Carmen, verdad?; ”¿Ya oíste Carmen, ¿la chava de 15 años ya tiene como 50 novios?”, todos del mundo, y nunca ha escuchado, ‘nos unáis en unión desigual con los incrédulos’; porque a lo mejor nunca le leyeron ahí en el hogar como familia.

Nuestros hijos necesitan creer que hay un Dios, saber que hay un Dios, reconocer que hay un Dios y decir: “mi Dios, es un Dios de todos los días, todos los días a Él oramos, todos los días leemos y Él me habla”. Y a lo mejor no va a hablar al niño de 4 ó 5 años, ¡amén! y a lo mejor no va a hablar al niño de 7 u 8 años. Pero hermano, vas a empezar a poner algo en la vida de tus hijos. Un granito ahí de fe, una semillita; que poco a poco se va a hacer más grande y más grande y más grande. Y con los años cuando tu hijo y tu hija lleguen ahí los 15 años, a los 18 años y a los 20 años en vez de estar ahí todo temeroso “¡bu, bu, bu!, yo no quiero esto suceda qué va a hacer si ahorita me grita y tiene cinco años. Más, ¿por qué va a ser?” Cuando tenga 20, hermano, hermana, a mi me daría miedo eso. Pero, ¿sabes qué no me da miedo? cuando teniendo el altar familiar nuestros hijos están viendo a Dios todos los días, están aprendiendo el temor a Dios, saben que hay un Dios todos los días; y en vez de estar preocupado ahí diciendo; pues yo no puedo decir: “¡ay pastor!”, porque yo soy pastor; “ay mi esposa, ay pastor ¿qué vamos a hacer?” Estoy pensando Señor, trabaja en sus corazones, a lo mejor no caminaron hoy contigo Señor, pero ahorita en la noche vamos a leer, van a aprender, hay un Dios, vamos a orar a él; y el día de mañana, cuando ellos quieran hacer algo contra el Señor; o allá como David; digo como José el soñador, que vino a esta potifera, y le dijo: “¡ay! que chulo estás David”. David le dijo: “cuernos, como voy a pecar contra Dios haciendo este tan grande mal”. Pero ahora nuestros hijos “¡ah! Sí, ¡cómo no!”, ¿por qué? porque no aprendieron que había un Dios todos los días.

Hermanos, el altar familiar si algo puede hacer, a lo mejor no van a aprender ningún versículo, espero que sí. A lo mejor nunca van a afinar su voz, espero que sí. A lo mejor nunca van a reconocer que importante es reunirse, pero espero que sí. Pero por lo menos van a aprender a temer a Dios. Temer a Dios. Le voy a leer unos versículos, por aquí los tengo; Proverbios 3:7 dice: “no seas sabio en tu propia opinión. Teme a Jehová y apártate del mal“. ¿Cómo me puedo apartar del mal?’ Si voy a robar una casa, y la casa está en frente de la jefatura de policía, ¿voy a robar la casa? Estaría bien menso si la robo, ¿verdad? Pero no la voy a robar porque sino ahí está el policía. Y de la misma manera nos podemos apartar del mal temiendo a Jehová. Proverbios 14:2 dice: “el que camina en su rectitud teme a Jehová, mas el de camino pervertido lo menosprecia”. Proverbios 24:21 dice “teme a Jehová hijo mío“. Proverbios 31: 30 dice:”engañosa es la gracia y vana la hermosura, la mujer que teme a Jehová esa será alabada“. Dice ahí en Proverbios 31, vamos a ver bien rápido y con eso terminamos, dice ahí en Versículo 26: “abre su boca con sabiduría y la ley de Clemencia está en su lengua, considera los caminos de su casa y no come el pan de balde, se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada, y su marido también la alaba. Muchos a mujeres hicieron el bien, más tú sobrepasas a todas, engañosa es la gracia y vana la hermosura, la mujer que teme a Jehová esa será alabada“. ¡Qué tremendo sería que de aquí salieron un ’retemontón’ de mujeres que temieran a Jehová!, ¡amén!-¡amén!-. Que se casarán con jóvenes, tremendos jóvenes cristianos. ¿Quieres que tu hija tenga un buen esposo? enséñale a temer a Jehová, ¡amén! “¡Ay pastor! Pero, ¿cómo le hago?, ni sé como empezar”. Bien sencillo empieza a tener un altar familiar, ¡amén!